Thor: amor y trueno

Crítica de Jesús Rubio - La Voz del Interior

Qué bien le hizo Taika Waititi a las películas de Thor, qué bien le sienta ese humor juguetón y esa puesta en escena plagada de efectos especiales inverosímiles. Qué bien le hizo también a la saga del Dios Trueno estar protagonizada por Chris Hemsworth, el blondo musculoso con más presencia del universo Marvel. Y qué grande el cine norteamericano, que siempre deja claro qué es lo importante.

Thor: amor y trueno es la segunda película del personaje que dirige Taika Waititi (también dirigió la anterior, Thor: Ragnarok) y nuevamente apuesta por un entretenimiento descontracturante, en el que se toma plena conciencia de su función lúdica y del público al que tiene que dirigirse: los niños.

Son los niños los verdaderos protagonistas de Thor: amor y trueno, como si Waititi nos dijera que no hay que olvidarse de jugar, pero sin olvidarse de priorizar algunos valores esenciales.

Una de las tantas cosas interesantes de la película es que funciona como un relato oral, contado a la orilla de un fogón por el más viejo de la tribu a un grupo de niños ávidos de escuchar aventuras del hijo de Odín, el dios del martillo poderoso de Asgard. Y lo que cuenta es cómo nace Thor para luego narrar lo que le sucede en el presente, cuando se lo ve un poco triste, intentando superar a su exnovia Jane Foster.

Otro elemento destacable, y que es un regocijo melómano para los más grandes, es el homenaje a Guns N’ Roses. La acertada utilización de sus canciones es una vuelta al corazón rockero de la década de 1990, detalle que sin dudas nos está diciendo algo, como si se tratara de recuperar algunos principios que se perdieron a partir de ahí.

La película arranca con un prólogo extraordinario. Gorr (Christian Bale) está a punto de perder a su hija (interpretada por India Hemsworth, hija de Chris) y le pide a su dios Rapu (Jonny Brugh) que la salve. Cuando Gorr ingresa al paraíso de Rapu, le pide recompensa eterna por haber confiado en él, lo que provoca la risa burlona de Rapu y el odio vengativo de Gorr, quien después de matar a su dios quiere llegar a Eternidad, esa entidad cósmica que concede un deseo al primero que la descubre, para pedir por la muerte de todos los dioses.

Una vez presentado el villano, interpretado de manera apabullante por Bale, la película vuelve a Thor. Primero, hay una presentación de los guardianes de la galaxia, a quienes despide rápidamente para hacer frente a Gorr en compañía de la guerrera Valquiria (Tessa Thompson) y de Korg (voz de Waititi). En eso aparece Jane (Natalie Portman), el viejo amor de Thor, quien tiene poco tiempo de vida. La presentación de Jane convertida en Poderosa Thor es un logro de Waititi. El personaje de Portman es indispensable para entender el sentido de la historia.

Luego van a pedirle ayuda a un bizarro Zeus (Russell Crowe), en un momento en el que tiran un par de chistes que distan mucho de la corrección política reinante. Eso, los elementos políticamente correctos están más para cumplir con la cuota obligatoria que como elementos necesarios de la trama.

La película cuenta con escenas de acción que respetan los cómics en los que está basada, logrando una acción más de trazo grueso, más para niños y para decir que lo que importa es lo que está en el centro del relato: la necesidad de los dioses, la importancia del amor y lo fundamental que es la figura paterna.