Thor: amor y trueno

Crítica de Ignacio Dunand - El Destape

Una aventura que pone el humor por encima de la acción

Luego de la celebrada Thor: Ragnarok, Taika Waititi dirige la cuarta entrega de la saga del dios del trueno y sale victorioso en su búsqueda poco definida que entremezcla géneros y propone un fenomenal despliegue de efectos especiales.

Thor: Love and Thunder es una película que genera contradicciones. En su afán por superar -en términos de ambición fílmica y despliegue visual- a la celebrada Thor: Ragnarok, el director Taika Waititi propone una aventura que intenta escapar de la solemnidad en la que suele caer Marvel, pero no responde a un género determinado - es un salto continuo del drama al humor, y de ahí a la acción- y eso hace que su desarrollo narrativo no sea prolijo. Es otra clásica película que alimenta las vibras del fandom acérrimo, con una fórmula de éxito demostrado y resultados satisfactorios.

La premisa del filme nos sitúa en un momento de búsqueda de paz interior del dios del Trueno (Chris Hemsworth). Pero su retiro es interrumpido por un asesino de la galaxia conocido como Gorr, el Carnicero de Dioses (Christian Bale), cuya misión es la extinción de los dioses. Para combatir la amenaza, Thor solicita la ayuda del Rey Valquiria (Tessa Thompson), Korg (Taika Waititi) y su ex novia Jane Foster (Natalie Portman), quien, para sorpresa de Thor, empuña inexplicablemente su martillo mágico, Mjolnir, como la Poderosa Thor. Juntos se embarcan en una terrorífica aventura cósmica para descubrir el misterio de la venganza del Carnicero de Dioses y detenerlo antes de que sea demasiado tarde.

Si de efectos especiales se trata, Marvel tiene una maestría en montajes alucinatorios, que llevados al mundo de Thor se vuelven muy coloridos y apabullantes. Un barullo de luces y chispazos que encantará a la masa fanática, que poco cuestiona los huecos argumentales con tal de un momento de diversión asegurada. Particularmente, dicho factor es el caballo de Troya que hace de Thor: Love and Thunder una cinta especial, abierta a reírse de ridiculeces y apostar al humor como carta segura. Cuando sale del registro que domina a la perfección, se abre una ramificación de problemas en la historia: la parte dramática (que ocupa toda la segunda parte del filme) no termina de unirse con plasticidad en la tonalidad que Waititi plantea.

El villano -el mejor personaje de Love and Thunder- encarnado por el oscarizado Christian Bale, es un plus que ayuda en la promoción de un filme que a pesar de sus flaquezas y obviedades, entretiene. Y tranquilos todos los nostálgicos que vayan pensando esta como la última aventura del rubio carilindo: hay Thor para rato.