Thor: amor y trueno

Crítica de Denise Pieniazek - Puesta en escena

La “divina” comedia
Con gran expectativa de los fans de Marvel ha llegado a las salas de cine la película Thor: amor y trueno, protagonizada por Chris Hemsworth, Natalie Portman y Christian Bale.
Por Denise Pieniazek
Actualmente se encuentra en la cartelera de los cines argentinos la película perteneciente al género de superhéroes Thor: amor y trueno (Thor: Love and Thunder, 2022), la cuarta entrega de la saga que tiene como protagonista al “dios del trueno”. Recordemos brevemente que los largometrajes de Thor están basados en los comics creados en 1962 por el ilustrador Jack Kirby y escritos por los hermanos Stan Lee y Larry Lieber, los cuales a su vez estaban inspirados en la mitología nórdica. Dicha saga que pertenece al grandilocuente MCU (Marvel Cinematic Universe), es integrada por Thor (2011, Kenneth Branagh), Thor: The Dark World (2013, Alan Taylor), Thor: Ragnarok (2017, Taika Waititi). En esta última, el director ya había comenzado a imprimirle su impronta personal, lo cual será enfatizado en la cuarta y presente secuela. De este modo, el realizador se aleja cada vez más del tono sobrio de las primeras entregas y se acerca cada vez más a la comedia y la autoreferencialidad.

Lo cual puede compararse a la actitud del artista Kirby, quien ha explicitado: "Hice una versión de Thor para D.C. en los años cincuenta antes de hacerlo para Marvel (…) Conocía muy bien las leyendas de Thor, pero quería modernizarlas. Sentí que podría ser algo nuevo para los cómics, tomar las viejas leyendas y modernizarlas". Lo mismo puede aplicarse a los dos filmes de Thor dirigidos por Waititi. Puesto que, Thor: Amor y trueno se centra en el nuevo Asgard, lo cual le permite en cierta forma comenzar de nuevo y desprenderse de los acontecimientos narrados previamente con Avengers, para así poder centrarse en el devenir del “dios del trueno” con un tono narrativo distinto.

El largometraje comienza con un prólogo que presenta al villano de turno, Gorr (interpretado por el siempre convincente Christian Bale), quien luego de un acontecimiento trágico y al no encontrar reparo en el dios que creía, es sumido por unas fuerzas tenebrosas y al transformarse proclama que “todos los dioses morirán”. Subsiguientemente, sabremos que él irá por Thor, y el resultado será el de un logrado maligno, posiblemente debido a su componente humano y sus claras motivaciones. El héroe, luego de un viaje espiritual de autoconocimiento y la búsqueda de un nuevo rumbo frente a la falta de motivación, al enterarse de la existencia del “carnicero de dioses” formará un equipo para enfrentarlo.

Por otro lado, luego de la ausencia del personaje de Jane Foster (Natalie Portman) en la obra anterior, aquí reaparecerá más empoderada que nunca encarnando a Mighty Thor, a tono con la relevancia que el género cinematográfico de superhéroes quiere darles merecidamente a las mujeres dejadas de lado por largo tiempo. Por otro lado, las características actuales de la pareja sentimental del protagonista complican las intenciones cómicas de la narración de Waititi. Foster padece un avanzado cáncer, un tema que difícilmente pueda ser tratado desde el humor, por ende, el tono lúdico y banal de la película por momentos incómoda al confrontarse con la enfermedad, a pesar del atinado gesto de realismo en su desenlace.

En consecuencia, Thor: Amor y trueno carece de cohesión, lo cual le quita solidez y no permite que el espectador se entregue totalmente ante la propuesta planteada por el universo diegético, debido al contraste de la carga humorística en Thor y la solemnidad presente en Jane. La película recurre constantemente a la metadiscursividad y la comicidad para burlarse de sí misma. Sin embargo, carece de inteligencia por lo que no alcanza a realizar una parodia al género al que pertenece. Si bien algunos chistes son eficaces o poseen referencias cinéfilas, la mayoría resultan bastante básicos y fáciles, pareciendo subestimar la inteligencia del público. De igual modo, la ridiculización de Zeus, y en consecuencia a la mitología de la antigüedad griega, no termina de convencer. Después de todo, de esa clase de relatos populares proviene gran parte de la inspiración para la creación de los superhéroes contemporáneos. Paradójicamente, algo de ello manifestará incluso uno de los personajes en una de las dos secuencias post créditos que posee el filme. Respecto a la metadiscursividad, la película recurre principalmente a dos elementos por un lado una obra de teatro (tal como ya lo había hecho Waititi en Thor: Ragnarok, es decir que se produce una representación dentro de la representación misma, y por otro lado mediante el relato de Korg (personaje que posee la voz del propio director) que narra la historia como un cuento para niños. Ambos recursos aportan comicidad y momentos de distensión.

Otro aspecto en el que se desea reparar es en la clara similitud estética de Thor: Amor y trueno para con las series animadas de los´80 He-Man and The Masters of the Universe (1983-1985) y su spin-off She-Ra, Princess of Power (1985-1987). Recordemos también que Kirby (dibujante de los comics de Thor) trabajó en el diseño de producción de la serie animada Thundarr the Barbarian (1980). Ya desde la campaña de marketing previo al estreno, los posters tenían similitud visual con las series animadas: la pose enaltecida de los personajes -tanto en la versión masculina (He-Man/Thor) como femenina (She-Ra/Mighty Thor)- con sus elementos de poder en una cima (al igual que los gemelos hijos de la realeza de la animación alzando su espada), el color bien ochentero en degradé del cielo al fondo, la tipografía del título o el caballo blanco que monta Valkyrie (similar al Swift Wind de She-Ra). Asimismo, en la primera escena después del prólogo en un planeta se observa un castillo de cristal rosado cuya forma torzada y en tres partes remite muchísimo al diseño escenográfico de She-Ra. Por último, la caracterización del villano Gorr es similar tanto desde su tonalidad cromática como desde el vestuario con capucha y fisionomía de cabeza calva y casi esquelética a Skeletor, el antagonista malvado de He-Man.

De igual modo, pueden destacarse visualmente los usos por momentos del blanco y negro y ciertos encuadres que automáticamente homenajean a la historieta, incluso existe un comic titulado A black and white Thor story publicada en 1977. Asimismo, la atinada musicalización con principalmente éxitos de la banda musical Guns N´Roses (una vez más la conexión cultural con la década del ́80) logra enaltecer la acción tal como lo hacía en la tercera entrega de Thor con “Immigrant Song” de Led Zeppelin. En conclusión, esta cuarta entrega de Thor resulta entretenida, pero carece de unidad debido a sus irregularidades. Seguramente a lo largo del tiempo, no sea de las películas más recordadas del MCU. Finalmente, es claro debido a su desenlace y a lo que se ha observado luego de Avengers: Endgame (2019), que algunos personajes emblemáticos de la saga comienzan a despedirse y dar paso a otros más jóvenes, otorgando el mando a las nuevas generaciones para futuras explotaciones.