Thor: amor y trueno

Crítica de Alejandro Franco - Arlequin

Taika Waititi, señores: tómenlo o déjenlo. El tipo nunca va a pasar desapercibido. Es una mente salvaje, un gran cineasta, un tipo que se decanta por hacer lo que se le dé la gana… y siempre con mucha pasión. El drama con Waititi es que sus historias carecen de fluidez emotiva: salta tanto el tono de una escena a la otra que sus filmes se transforman en auténticas montañas rusas. Cuando es melodramático, es devastador – ¿se acuerdan de los zapatitos de Scarlett Johansson en Jojo Rabbit? -. Cuando es cómico, te morís de la risa. Y cuando es delirante, te da vergüenza ajena de hasta dónde puede llegar. El problema es que el tipo combina las tres cosas en casi todas sus películas y no siempre de la manera mas pulida posible, lo cual muchas veces termina bordeando lo chocante en muchas ocasiones. Si Thor: Ragnarok era la aventura suprema de Thor – con Chris Hemsworth siendo tan cómico como heroico -, Thor: Amor y Trueno es un Ragnarok remix menos pulido pero, no por eso, no menos entretenido y emotivo. El drama es que acá Waititi se pasa de rosca demasiadas veces y aunque uno termina por aplaudirlo, el incremento porcentual de lo ridículo termina desdibujando las partes serias del filme… que las hay y que Waititi maneja de manera maestra. Yo creo que el día que haga un filme totalmente dramático, sin comedia, puede dar lugar a algo monumental, memorable y multipremiado. Pero su naturaleza de bufón es salvaje, indomable e impredecible y siempre termina ganando la partida.

Thor: Amor y Trueno es así. Hay momentos para llorar – Jane Foster descubriendo su cáncer terminal; la devastadora odisea de Gorr al descubrir que el dios al cual ha adorado durante toda su existencia es un cretino egoísta que ha abandonado a su plebe (para colmo en un momento de hambruna que lo ha convertido en el último de su especie y lo ha forzado a presenciar la muerte de su adorada hija) -, hay momentos épicos – como Waititi no hay nadie en el MCU que traslade la épica de los superhéroes de la viñeta a la pantalla grande; acá las peleas masivas están orquestadas en cámara lenta con Guns N’Roses de fondo, una variación de la genial movida que hizo con Led Zeppelin en Ragnarok y que convirtió a todo el mundo en su fan -… y hay momentos de ridiculez extrema. Verlo a Russell Crowe – super gordo y sobreactuando sideralmente – te hace chillar los dientes, aunque el gag termine dando sus frutos; las espantosas cabras gigantes parecen salidas de los Looney Tunes, y Korg (Waititi en persona) es un narrador tan entretenido como atroz. Cada escena funciona en sus propios términos y, por supuesto, todo esto es mucho mas entretenido y movido que la pretensiosa Doctor Strange en el Multiverso de la Locura… pero una pulida general podría haber dado lugar a algo épico y memorable en vez de un acolchado de retazos que no siempre tiene coherencia interna en cuanto al tono.

Christian Bale está genial como Gorr y es imposible no sentir empatía por él y su drama personal. El inglés se relame con el look decrépito del personaje y es de los mejores villanos que ha dado el MCU. Al fin Natalie Portman no se siente como un adorno y puede flexionar sus músculos dramáticos (y físicos! guau, qué tubos…) en una película Marvel a la vez que divertirse como loca como la versión femenina de Thor. Hemsworth cada día está mejor actor, no solo sigue brillando en la comedia sino también cuando le toca ser serio, dramático y romántico. Pero quizás la mayor ganancia le corresponda a Tessa Thompson, la cual la vi sobreactuada en Ragnarok y acá fluye con una naturalidad pasmosa. Es cínica, mujeriega, decidida… su Valkiria es un personaje mucho mas redondo en esta ocasión. Es posible que la estructura del MCU no siempre haga feliz a Waititi – no sabe muy bien qué hacer con la alianza de Thor y los Guardianes de la Galaxia (impuesta por el final de Endgame) así que termina despachando a los mercenarios del espacio a los 20 minutos de iniciada la película – pero, con Thor en soledad y con los aliados de siempre, no tarda en volver a las andadas.

Thor: Amor y Trueno es un muy buen espectáculo aunque está plagado de desniveles. Es la furia creativa de Waititi y Hemsworth lo que mantiene viva la película pero el script, en cuanto a tonos según las escenas, bordea lo esquizofrénico. El epílogo tiene un tufo a pisada en falso, no parece integral con el resto de la historia, pero son cinco minutos en un show de dos horas. Desde ya tendrá sus detractores y defensores, pero en ningún momento es un filme que solo va impulsado por la rutina y la inercia. Pero, si uno acepta el aburrimiento propio y el deseo que otro lo entretenga (para bien) durante 120 minutos, bien puede relajarse y disfrutar los disparates que Waititi ha cocinado para nosotros, aunque a veces algunos tengan un sabor mas intenso que otros.