The Post: Los Oscuros Secretos del Pentágono

Crítica de Martín Chiavarino - Metacultura

Sobre la libertad de prensa

En The Post (2017) el prolífico realizador norteamericano Steven Spielberg regresa a uno de sus géneros preferidos con un drama histórico político sobre la relación entre la libertad de prensa y la política a través del caso de la divulgación de material clasificado del Pentágono, conocido como Pentagon Papers, sobre la intervención de Estados Unidos en Vietnam desde antes incluso de la Batalla de Diem Bien Phu, por parte de los periódicos norteamericanos The Washington Post, The New York Times y otro diarios que reprodujeron la noticia.

Con un guion de Josh Singer, responsable de los guiones de En Primera Plana (Spotlight, 2015) y El Quinto Poder (The Fifth Estate, 2013) y experto a estas alturas en este tipo de dramas históricos que reconstruyen filtraciones de secretos de estado, investigaciones periodísticas y cuestiones relacionadas con las interpretaciones legales de la primera enmienda de su país sobre la libertad de expresión, en colaboración con Liz Hannah, el film presenta la precaria e inestable situación financiera en la que se encontraba The Washington Post antes de la publicación del informe que Robert McNamara, Secretario de Defensa durante las presidencias de John Kennedy y Lyndon Johnson, había encargado sobre la injerencia estadounidense en la política en Vietnam.

La historia narra la perseverancia del director ejecutivo de The Washington Post, Benjamin Bradlee, interpretado aquí por Tom Hanks, sobre la necesidad de la investigación periodística y la búsqueda de estar a la altura de las noticias que divulgaba el prestigioso periódico The New York Times para que sus periodistas consigan la primicia, lo que a postre transforma al diario de un periódico local en uno con proyección nacional. El relato también sigue a la atribulada Katherine Graham, personaje compuesto de forma extraordinaria por Meryl Streep, dueña del medio masivo, a punto de salir al mercado de la bolsa de valores para conseguir liquidez y buscar expandirse sin perder calidad ni independencia. Tironeada por sus asesores, la junta de directores, el propio McNamara, Bradlee, la memoria de su fallecido esposo y su padre y todos los hombres que la hacen sentir inútil, insegura y no apta para un puesto directivo, ella debe decidir si la historia se publica o no.

El film de Spielberg cuenta con actuaciones excelentes de un elenco maravilloso en el que se destacan no solo Meryl Streep y Tom Hanks sino también Bob Odenkirk como el periodista Ben Bagdikian, Matthew Rhys como Daniel Ellsberg, el topo que filtra los documentos del Pentágono, y Bruce Greenwood como Robert McNamara. La fotografía a cargo de Janusz Kaminski busca en los detalles del proceso de armado técnico de la época en los talleres y en los gestos de los protagonistas la actitud de una libertad que se pone en juego en cada decisión ejecutiva. La música de John Williams logra construir una sutil pero profunda sensación sobre el peligro que se cierne sobre la libertad de expresión y de prensa y también sobre la democracia en el relato del film.

Spielberg también expone aquí cuestiones sobre la relación entre la política y la prensa de forma pedagógica e ideológica poniéndose del lado de la libertad de prensa ante la absurda pretensión de censura por parte de la administración Nixon a través de sus jueces adeptos en nombre de la seguridad nacional para crear unos medios adictos. El opus tampoco esconde la connivencia que en otras épocas existió entre la prensa y los gobiernos, la relación entre el poder judicial y el ejecutivo ni la marcada animosidad política demócrata contra el republicano Nixon, la sensación de oportunidad de perdida a partir del asesinato de Kennedy, la traición de Lyndon Johnson y principalmente la colusión de todos las administraciones norteamericanas desde Harry Truman, pasando por Dwight Eisenhower, el propio Kennedy, Johnson y Nixon para esconder que todos los presidentes sabían que la guerra con Vietnam era el peor escenario para Estados Unidos. Así el film narra una historia real en la que la verdad sale a la luz y la libertad de prensa triunfa por sobre las intrigas políticas de un gobierno corrupto que finalmente terminó expuesto por otros dos periodistas de The Washington Post, Bob Woodward y Carl Bernstein, en el caso Watergate.

El caso de Pentagon Papers remite directamente por supuesto a la tensa relación que el presidente republicano Donald Trump impuso con la prensa de Estados Unidos en la actualidad, donde la libertad de prensa es cuestionada nuevamente pero en este caso con un carácter de espectáculo y no como controversia jurídica. The Post también lleva al espectador a reflexionar sobre la verdad, la construcción de las noticias, la importancia del periodismo y de su rol social como contralor de la democracia y las instituciones, a diferencia de lo que ocurre en nuestro país, donde la prensa funciona como látigo del poder empresario, siempre a la venta del mejor postor para premiar y castigar al amigo y al enemigo de turno y controlar y modelar a la opinión pública para quitarle más dinero a la clase trabajadora en nombre de las ganancias, sin ningún interés en la calidad periodística ni mucho menos en la verdad.