The Party

Crítica de Manuel Esteban Gaitán - Conexión Cultural

The Party es la octava película de la directora y guionista británica Sally Potter, recordada por la realización de cintas como Orlando, La lección de Tango o The man who cried (también conocida como “Vidas furtivas” o “Las lágrimas de un hombre”). Desde Ginger y Rosa, filmada en 2012 y estrenada en Argentina en 2013, Potter no realizaba ningún largometraje, por lo que podemos tomar la ocasión como un regreso. Vale resaltar también, que esta producción cuenta con un reparto corto, pero ciertamente de lujo, con nombres que van desde Kristin Scott Thomas, Bruno Ganz, Patricia Clarkson, o Timothy Spall, a Cillian Murphy, Cherry Jones y Emily Mortimer, completando el total del elenco.

La historia de The Party trata sobre Janet (Scott Thomas), una mujer que tras una ardua (y naturalmente extensa) carrera política, acaba de ser nombrada ministra de Gobierno, y para celebrarlo decide realizar una reunión en su casa junto a su esposo Bill (Spall), y un grupo selecto de amigos. En su mayoría son personas que conoce desde hace décadas, y en quienes deposita su confianza. Los primeros en llegar serán su mejor amiga April (Clarkson) y su marido Gottfried (Ganz), ya anunciando que las probabilidades de una reunión amena serán pocas, no solo por los comentarios de tono irónico que despliega ella al hablar, sino por la previa mención de una supuesta pelea definitiva entre la pareja en cuestión. Luego llegarán Martha (Jones), con su novia Jinny (Mortimer), y por último Tom (Murphy), uno de los responsables del reciente logro de Janet. El clima festivo que se aparenta en un principio, irá progresivamente decayendo a medida que los invitados lleguen a la reunión, donde las problemáticas se irán entrecruzando, y el foco de atención ira oscilando constantemente de un lado al otro. Todos y cada uno parecen están mas absortos en sus devenires e incumbencias, que en la causa por la cual están reunidos, y esto irá mermando el estado de animo de la anfitriona, que verá la forma en que su celebración caerá en picada, sin poder evitarlo pese a sus buenas intenciones.

Con un inicio un tanto desprolijo y alborotado, Sally Potter se tomará su tiempo, pero logrará exponer los caracteres de cada uno de sus protagonistas, ordenar las piezas y realizar una exposición certera, criticando principalmente a la clase política y sus meollos, pero cuestionando a la vez determinados hábitos y conductas que forman parte de la sociedad inglesa en general. Potter se vale de un solo espacio (la casa de Janet), blanco y negro, y 70 minutos de metraje para desarrollar la historia de The Party, que puede parecer simple en ciertos aspectos, pero tiene un entramado sumamente complejo y que dispara en diferentes direcciones. La fotografía es otro punto a destacar y que coopera a la hora de inducir al espectador en el relato. En lo referido a actuaciones, es difícil elegir una interpretación por sobre el resto, ya que el protagonismo va rotando entre los personajes, y la historia de cada uno va a tener su momento de desarrollo, pero podemos decir que todos cumplen, cada uno brindando una clara diferencia de matices y personalidades bien definidas, que serán las encargadas de dotar de particularidades a esta peculiar comedia negra sobrecargada de acidez, y que pese a ser breve, es notablemente efectiva, con sus pequeñas licencias e imperfecciones.