The Iceman

Crítica de Martín Torres - Fuera de campo

El 23 de Marzo del año 2006 Richard Kuklinski murió en prisión de causas naturales. Pero si hay algo que no es natural fue su estilo de vida y profesión. Durante las décadas del setenta y ochenta se cree que asesinó a más de 200 personas convirtiéndose así en uno de los asesinos a sueldo más prolíficos de la historia de los Estados Unidos.

Kuklinski utilizaba métodos muy particulares que involucraban desde picahielos, mazos, pistolas, ballestas y veneno (cianuro sobre todo) hasta roedores. En su biografía "El hombre de hielo" se cuenta la anécdota de que en una ocasión Kuklinski concurrió a una reunión en un yate con uno de los jefes mafiosos para quien trabajaba y presenció cómo éste arrojaba a una víctima al mar infestado de tiburones que lo devoraron vivo. Esto despertó la idea de trabajar con animales que terminaran el trabajo sucio por él. Pero como vivía en New Jersey, en vez de tiburones se hizo de una suerte de ejercito de ratas. Muchas veces enviaba a sus clientes filmaciones de sus ratas masticando los cuerpos aun con vida de las víctimas, pero ni siquiera ellos podían soportarlo, mientras que él confesó que podía pasarse horas viéndolas sin inmutarse. Con el tiempo sus ratas aumentaron de peso y tamaño (hasta como de gatos según cuenta en su biografía) logrando que él mismo les temiera, lo cual lo obligó a abandonar este método.

Por este tipo de acciones y porque en muchas oportunidades congelaba los cadáveres de sus víctimas en freezers durante meses para que la policía no pudiera identificar la fecha de la muerte, se ganó el apodo de "The Iceman" (el hombre de hielo). A pesar de todo, Kuklinski era un excelente padre de familia que adoraba a su esposa e hijas quienes jamás sospecharon de su profesión hasta su aprensión varios años más tarde de su primera ejecución. Y de eso se trata The Iceman principalmente. La película comienza cuando Kuklinski (Michael Shannon en otra solida y convincente interpretación) conoce a su mujer y se muestra como un tímido sujeto que trabaja en la industria del porno como técnico de un laboratorio que se dedica a piratear negativos para la Mafia. Una de las virtudes del film es mostrar a un personaje con semejante dicotomía en su identidad. Conforme avanza la historia se puede observar cómo este hombre de familia siempre intenta estar para sus allegados, a la vez que su carrera como sicario se profundiza con crimenes cada vez más horribles, sangrientos y frívolos. Al principio de la película con Kuklinski ya tras las rejas y avejentado, uno de los carceleros le pregunta si se arrepiente de sus crimenes, a lo que él no contesta y da comienzo a la narración. A decir verdad no pareciera que estuviera arrepentido de lo que ha hecho ya que al final explica que (contrario a muchos otros asesinos seriales a tipo) él lo hacía por el dinero y para ofrecerle a su familia la vida que siempre quiso.

Dicho esto, el único reclamo que se le podría llegar a hacer al novato pero (al menos aquí) sobrio director (Ariel Vromen) es que luego de lograr interesar al espectador con una contenida caracterización sujeta unicamente a necesarias escenas cruentas y revulsivas sin excesivos regodeos gore, provoca una inquietud de averiguar más sobre este sádico sujeto, lo cual indudablemente hará que se consulte en libros e internet y descubriremos que la historia real es aun mucho más sádica y suculenta que la película. Esto no significa que el tono en que Vromen cuenta su historia sea erroneo, sino que al contenerse y elegir este enfoque parecería como si hubiera dejado fuera otra importante y no menos real parte sin contar.