Terror en Silent Hill 2: La revelación

Crítica de Felipe Quiroga - CiNerd

SÓLO DE PASO

Hay quienes dicen que TERROR EN SILENT HILL (SILENT HILL, 2006) es una de las adaptaciones de videojuegos más logradas. Y quizás lo sea, pero debo confesar que no me acuerdo nada de aquella película. Es como si nunca la hubiera visto. ¿Vale la pena regresar a un lugar que no nos dejó ningún recuerdo? En Hollywood creen que sí, así que por segunda vez viajamos a ese pueblo maldito y gris, en el que habitan deformes criaturas que se arrastran por las calles cubiertas de ceniza, que cae del cielo como si fuera nieve. En TERROR EN SILENT HILL 2: LA REVELACIÓN (SILENT HILL: REVELATION 3D, 2012), Heather (Adelaide Clemens) sufre horribles pesadillas relacionadas con un pasado que su padre (Sean Bean) le oculta con el objetivo de protegerla. Pero el destino, como las secuelas, a veces es inevitable y te termina alcanzando: la joven se verá obligada a volver a Silent Hill (sí, igual que nosotros) cuando su padre sea secuestrado. Pero ella no estará sola, sino que recibirá la ayudará de Vincent (Kit Harington), un insoportable compañero de escuela.
Con un guión carente de sorpresas (hay un giro argumental que se ve venir con bastante anticipación) y actuaciones muy flojas (a excepción, claro, de Bean), hay muy poco para rescatar de esta segunda parte: son pocas las ocasiones en las que el director, Michael J. Bassett, logra emular el ambiente opresivo de los terroríficos videogames, por ejemplo al principio (en la escena del centro comercial) y en algunos momentos de la visita al manicomio. El resto de la película parece estar hecho en piloto automático, como si la justificación de la existencia de esta secuela fuera un mero trámite. De hecho, el final deja abierta la posibilidad para otra continuación con un triple (!) homenaje a la franquicia de videojuegos. Aunque los fans sabrán agradecer algunos guiños, el pueblo de Silent Hill se ha convertido nada más que en un lugar de paso.