Terror en lo profundo 3D

Crítica de Santiago García - Tiempo Argentino

Poco terror y nada de profundidad

Un grupo de jóvenes se convertirá en la presa fácil de un escualo en un film que carece de miedo y de sentido del humor. Lejos de Piraña 3D y a años luz del clásico de Spielberg, la propuesta hace agua por donde se la mire.

Los tiburones son buen material cinematográfico. Siempre se supo, pero en 1975 el genio de Steven Spielberg creó la más grande película con tiburón de todos los tiempos. Fue un éxito de taquilla, pero Tiburón era más que eso, era una película fuera de serie. A partir de ahí, los temores de la humanidad hacia los escualos volvieron a la pantalla en cientos de films. No sólo fueron tiburones, también se sumaron cocodrilos, caimanes, ballenas, pirañas y pulpos. Algunas fueron buenas, otras mediocres, algunas originales, otras clásicos del cine de culto, pero nadie volvió a estar a la altura de Spielberg. Terror en lo profundo 3D es un nuevo acercamiento a esta clase de historias, intentando a la vez aportar algún elemento original. No demos más vueltas: la película no funciona. Un grupo de jóvenes se convertirá en la presa fácil de un supuesto tiburón y el guión buscará las menos interesantes vueltas de tuerca para volver a sumergirlos en el agua una y otra vez. Que quede claro que lo que falla no es la falta de realismo, ya que esta clase de films necesariamente debe construir un verosímil propio, de coherencia interna aunque los eventos no sean plausibles. La película podría haber tomado dos caminos, como mínimo: el del terror puro o el del terror autoconsciente y con humor. No hace ninguna de las dos cosas. No es ni Tiburón ni tampoco se parece a la festiva y desaforada Piraña 3D, esa gran remake estrenada este año. El humor no aparece hasta el final y el único susto real que el espectador experimentará será el de que la película no termine nunca. Carente de sentido del humor, sin escenas interesantes, con personajes que no logran generar simpatía, toda la película se va volviendo menos interesante a cada escena. Es curiosa también la falta de sangre que la película tiene, teniendo en cuenta que pertenece a uno de los géneros más sangrientos que existen. Y también llama la atención la manera en la que la película evita los desnudos, un recurso que hasta en el film de Spielberg, servía como elemento de vulnerabilidad para los personajes. Estas pistas indican que además de ser un film muy fallido, es además una obra puritana, destinada más al público infantil que el adulto. Y al decir infantil no sólo hablamos de la edad de los espectadores. Ya saben, Tiburón (1975) o Piraña 3D (2011) son dos opciones opuestas pero efectivas si lo que quieren es ver terror con algo de profundo.