Terror en lo profundo 3D

Crítica de Roger Koza - La Voz del Interior

En las superficies

No ha sido discutido del todo en la teoría del cine, pero la representación cinematográfica de los animales ha sido siempre fascinante y reveladora. Las arañas, las marabuntas, las bestias salvajes dotadas de habla en los dibujitos animados, los perros, los delfines y los tiburones: la relación que se establece entre nuestra especie y el animal protagónico suele transferir nuestros miedos y virtudes al ejemplar elegido. Es un Otro viviente.

Terror en lo profundo es una película oportunista y mecánica, una más entre tantas, y desde el comienzo funciona perfectamente como una síntesis de una cultura, la estadounidense: varios jóvenes universitarios, la mayoría ricos, aunque hay entre ellos un becado (no es azaroso que sea afroamericano) irán a pasar un fin de semana a un lago de Louisiana, en el pueblo de su compañera Sara, una rubia millonaria que no visita sus pagos hace unos tres años. La trama explicitará un trauma que incluye a los tiburones adaptados al agua dulce y al instructor de buceo de la joven pudiente y su ayudante, dos típicos reaccionarios pueblerinos del país de Obama, los famosos rednecks.

Si el tiburón es un depredador acuático, la conducta de los personajes no será muy distinta. Si se trata de identificar vida inteligente entre los seres vivos del relato, es probable que los tiburones en cuestión sean los candidatos excluyentes: saben partir una lancha en dos y saltar como orcas para tragarse a sus víctimas. Y además son proezas en 3D: la ilusión óptica de ver a este "asesino" de los mares "salirse" de la pantalla resulta hasta simpática.

David R. Ellis y sus guionistas por momentos parecen bordear la parodia. Una alusión irónica a La marcha de los pingüinos y un pasaje final en el que un perro ayuda a uno de los héroes en la batalla final son apuntes de otra película posible, como también lo son algunos señalamientos acerca del resentimiento de clase: estudiar en una universidad es cosa de ricos, y la envidia y el desprecio pertenecen a los exiliados del sueño americano. El resto es un extenso videoclip, a veces combinado con un documental sobre las colas y caderas femeninas y algunos paisajes postales del territorio norteamericano.