Terror en lo profundo 3D

Crítica de Emiliano Fernández - CineFreaks

Prohibido bañarse

A decir verdad hacía bastante tiempo que no nos topábamos con una película tan pero tan mala como Terror en lo Profundo 3D (Shark Night 3D, 2011), uno de esos típicos ejemplos de “mamarracho incorregible” que -sin llegar a ofender la inteligencia del espectador- definitivamente fracasa en todos y cada uno de los muchos rubros que componen el arte cinematográfico. Pareciera que la idea original de los productores era construir un exploitation de Piraña 3D (Piranha 3D, 2010) del gran Alexandre Aja aunque con un tono severo y en versión PG-13, dos “modificaciones” que apuntaban a maximizar el público.

Si bien el resultado final no cae en el nivel de Está Vivo (It''s Alive, 2008), un desastre de proporciones que hasta incluía errores narrativos y que por gracia del destino también terminó estrenándose en salas comerciales, tampoco estamos muy lejos que digamos. Empecemos a enumerar: el guión es pésimo y está repleto de estereotipos de manual, los CGI provocan vergüenza ajena y son totalmente inverosímiles, casi todos los actores son de madera terciada y para colmo la supuesta seriedad del convite neutraliza el encanto pasatista que debiera ser el eje del “prohibido bañarse” del horror de monstruos acuáticos.

Con semejante título no hace falta más que explicitar que hablamos de tiburones que atacan a un puñado de universitarios carilindos de veinte y pico, en este caso los pobres peces son controlados por unos psicópatas que se dedican al snuff. La historia transcurre en una isla rodeada por un lago y sigue el clásico derrotero de los slashers pero sin desnudos, gore y/ o un mínimo de energía por fuera de la que pueden ofrecer tantos clichés administrados a desgano. En especial llama la atención el montaje aletargado, la ausencia de sangre y el patético diseño de los predadores, tres factores centrales a la hora de garantizar la fluidez.

Lamentablemente el realizador David R. Ellis se muestra incapaz de introducir aquel componente bizarro que había caracterizado a obras como Celular: La Llamada Final (Cellular, 2004) y Terror a Bordo (Snakes on a Plane, 2006): apostando por un itinerario equivocado, aquí pretende clonar la estructura de Destino Final 2 (Final Destination 2, 2003) y El Destino Final (The Final Destination, 2009), sus trabajos para la saga de las premoniciones. La propuesta entretiene sólo de a ratos y combina de manera grosera el dramatismo de las escenas intermedias con embestidas extremadamente ridículas…