Terror en la Antártida

Crítica de Pablo O. Scholz - Clarín

No debe ser fácil

El fime con Kate Beckinsale no asusta ni entretiene.

Bien pegado al estreno internacional de Terror en la Antártida, Kate Beckinsale fue nombrada la mujer más sexy del mundo por la revista Esquire. Cuestiones de marketing al margen -cuando en verdad están en el centro-, no debe ser fácil vender una película con la linda Beckinsale si transcurre en la Antártida, y ella debe estar abrigada del cuello para abajo.

Porque para arriba, al menos debe vérsele el rostro, con su naricita operada, su dentadura conejera perfecta.

No debe ser fácil.

No, no debe ser fácil tener a Kate y no poder mostrar sus formas. Entonces, ¿qué tal si se pega una ducha y se cambia?

No debe ser fácil para una policía dejar el calor de Miami y terminar en la Antártida (bah, Manitoba, en Canadá, donde se rodó, no queda tan, tan lejos). Y menos fácil debe ser el hecho de ser la única agente de la ley y no tener mucho por hacer, hasta que, bingo, aparece un muerto. Helado. Congelado. En la nieve.

No debe ser fácil construir un thriller cuando el suspenso es nulo. Cuando los cadáveres se suman como hielitos en una cubetera y siempre -siempre- hay alguien que explica lo que estamos viendo. ¿Será porque temen que la traducción no sea de confiar?

Carrie, de apellido Stitko -intenten decirlo de nuevo, verán qué lindo suena- es sagaz hasta el paroxismo. Hace unos cuantos años, cuando la Guerra fría era más fría que el continente antártico, abordo de un avión ruso unos rusos se tirotean entre sí por el contenido de una caja fuerte, y la aeronave cae en la Antártida. Cincuenta años más tarde, Stitko tiene que apurarse, y no sólo porque a la película le quedan pocos minutos, sino porque en la ficción el sol se ocultará pronto por espacio de seis meses, y la base quedará desierta. Justo a ella, que por una cuestión que no vamos a adelantar, la manicura pronto le saldrá más barata, le toca el primer homicidio en la Antártida. No debe ser fácil.

Menos fácil es descubrir a Tom Skerritt, a los 76 años, y a 30 del capitán de la nave Nostromo en Alien, barbudo y desganado. Y que detrás de cámaras está Dominic Sena, aquel que debutó como realizador en Kalifornia, con Brad Pitt y Juliette Lewis. O reconocer algo de la novela gráfica original de Greg Rucka y Steve Lieber en que se basa esto. No debe ser fácil.

Pero si a usted no le gustan las cosas fáciles, ya sabe lo que debe hacer con esta película. Eso sí que es fácil.