Terror en el estudio 666

Crítica de Maximiliano Curcio - Revista Cultural Siete Artes

El ex baterista de “Nirvana”, Dave Grohl, fundó en 1994 el icónico grupo Foo Figthers, en Seattle, cuna del grunge. Tres décadas después, hablamos acerca de un referente del rock contemporáneo, alcanzando aquí el terreno cinematográfico. Humor negro, sarcasmo, terror y comedia confluyen en un relato que se emplaza en una mansión llena de espeluznantes recovecos. Casas malditas que han hecho del cine de terror un lugar común, como las que albergaron la leyenda urbana que cobija a la gestación de grandes discos, como “Led Zeppelin IV” (1971). La intención conceptual emula al más puro estilo ‘serie b’, sin maquillar, sin embargo, su débil construcción narrativa. Cabe aclarar, que el presente no se trata de un rockumental, sino que el género más popular difumina las barreras de la ficción, logrando aquí un híbrido que tiene algún que otro punto en común con aquella extrañeza gestada por Metallica en “Trough the Never” (2013). Un extravagante verosímil saca provecho de efectos visuales trillados, sí, pero…¿podrá el embrujo recuperar la inspiración perdida? Vida de rock and roll y excesos, el paradigma dista del que circundaba a los húmedos sótanos de la casa parisina en donde The Rolling Stones grabara “Exile on Main Street” (1971). “Terror en el Estudio 666” promete la décima placa editada por Foo Figthers, mientras una apuesta más lúdica y menos formal no se reserva múltiples referencias y guiños a bandas como “Pearl Jam” y “Coldplay”. Salvaguardando cierta dignidad, no es el terror involuntario el que rige los dominios de una película hecha para parodiar, aunque el registro sea más permeable a maquillar ciertas falencias de origen.