Terror a 47 metros: El segundo ataque

Crítica de María Paula Rios - Fandango

Un tour de force salvaje con chicas bonitas y enormes tiburones blancos.

Desde que Steven Spielberg filmó la clásica Tiburón ¿quién no se ha sugestionado con estos escualos? Más de uno lo ha pensado dos veces antes de zambullirse en el mar. Claro que esta película ha sido la precursora de cientos de historias que tienen como protagonistas a nuestros amigos carnívoros, y Terror 47 metros: El segundo ataque es una de ellas.

Vendría a ser una especie de secuela de A 47 metros, cinta también dirigida por Johannes Roberts, en la que dos jóvenes que se encuentran veraneando en México, quedan atrapadas en una jaula para avistar tiburones en las profundidades del mar, siendo acosadas por los feroces peces. En esta ocasión la acción se traslada a dos hermanastras y su grupo de amigas, quienes saltándose las reglas se sumergen a recorrer unas ruinas submarinas.

El padre de Mia (Sophie Nélisse) y la madre de Sasha (Corinne Foxx), son pareja. Por lo que ambas adolescentes son parte de la misma familia. A Mia la molestan y acosan en el colegio, mientras que Sasha goza de cierta popularidad y se avergüenza un tanto de ella. Para limar asperezas, los padres planean que las chicas pasen un día juntas avistando tiburones en un paseo turístico.

De mala gana las jóvenes emprenden camino, pero deciden suspender el aburrido paseo y cambiar el curso de las cosas, cuando las divertidas amigas de Sasha, Alexa (Brianne Tju) y Nicole (Sistine Stallone), las recogen. Es así que guiadas por Alexa descubren un paraíso solitario en la costa de Recife, y deciden bucear entre las cuevas y pasadizos de una recién descubierta ciudad submarina. Lo que no saben es que estas ruinas son hogar de una especie extraña de tiburones blancos ciegos… que están furiosos y hambrientos.

La premisa es simple y lo que se cuenta también. Roberts no le da muchas vueltas al asunto y se concentra de lleno en la acción, creando un ambiente claustrofóbico y tenso. Aquí el fuerte no es la descripción de los personajes, sino la situación de riesgo extremo. Son cuatro chicas tratando de sobrevivir a cualquier precio, y no serán solo los tiburones la amenaza latente; también lo son las trampas que contiene esta ciudad maldita, y la falta de aire.

El grupo de amigas bucea a ciegas sin saber lo que puede suceder. Solo les resta rezar, usar el instinto y la cabeza para superar los obstáculos. Cuando en un momento el relato parece encontrar oxígeno (literal y simbólicamente hablando), se abre paso un tour de force bizarro y muy sangriento, en donde nuestras chicas ponen el cuerpo a un show de persecución y lucha con los tiburones. Si sos fan del género, te recomendamos colocarte máscara, chequear el tubo y sumergirte en esta terrorífica aventura.