Terrifier 2: el payaso siniestro

Crítica de Jesús Rubio - La Voz del Interior

Terrifier 2: El payaso siniestro es la mímica punk salpicando mierda al ritmo del synthwave más pegadizo, es un escupitajo gore a la cara del buen gusto burgués, es una apuesta por la crueldad como motor de cambio, es dadaísmo y anarquismo concentrados en una figura siniestra, tan aterradora como graciosa.

El payaso Art ya es un ícono del terror, una bomba molotov que mata con sadismo, que come vísceras de mujeres y niños porque cree en la violencia extrema, en la saña más radical. Es la vuelta a las bases de las grandes vanguardias del siglo 20, es la maldad escondida detrás del maquillaje circense, el cuchillo afilado que se hace pasar por entretenimiento de clase B.

La distribuidora Terrorífico, especializada en el género, puso en los cines la película de culto de Damien Leone, guionista y director que creó al payaso de traje blanco y negro que siempre anda con una bolsa de residuos en el hombro y que decora su cara con un sombrero en miniatura, un puntito negro en la nariz y una sonrisa de grandes dientes manchados con sangre ajena.

Art está protagonizado por David Howard Thornton y es uno de esos personajes que crean adicción y legiones de fanáticos que piden más películas que lo tengan como protagonista de matanzas llenas de mutilaciones increíbles.

Terrifier 2 continúa desde donde termina la anterior, cuando Art sobrevive en la morgue y escapa en busca de sus nuevas víctimas: la adolescente Sienna (Lauren LaVera) y su hermano menor Jonathan (Elliott Fullam), quienes viven con su madre viuda (Sarah Voigt).

Es la noche de Halloween y Art es un personaje que retoma la figura del clown silente para aterrorizar a los jóvenes que piden dulce o truco. Sienna pasó meses diseñando su traje con alas de ángel para esa noche especial, un traje que la convierte en una heroína sobrenatural, con rayos pintados en un ojo, a lo David Bowie en su etapa glam.

La primera Terrifier (2016) fue la presentación oficial del personaje. Pero antes, Leone hizo All Hallows’ Eve (2013), en la que ya salía Art haciendo de las suyas. Sin embargo, es en Terrifier 2 (2022) en la que termina de perfeccionar al payaso, haciéndolo más pervertido, sangriento y escatológico.

Las mímicas de Art lucen tan temibles como siempre, en parte porque existe un miedo atávico relacionado con los payasos, y en parte porque recuerda el accionar antisistema de ciertas vanguardias de comienzos del siglo pasado.

Una de las características de Art es que tiene diarrea y no para de manchar las paredes de los baños con abundante excremento, que lucen como cuadros incendiarios en el museo de la gente fina. Art escupe y disfruta descuartizando a sus víctimas, a las que exhibe con orgullosa sonrisa diabólica.

Terrifier 2 funciona no solo como la inverosímil película de terror de bajo presupuesto, sino también como un manifiesto punk con influencia de los slashers que tanto nos gustaban alquilar en los videoclubes. Es la vuelta festiva al VHS en pantalla grande.

El feísmo como estética y la crueldad como impulso desestabilizador de Terrifier 2 constituyen la perfecta contrapartida de un cine de terror basado en la solemnidad y en el clasicismo bien fotografiado. Leone busca imágenes para provocar un desorden en el cine de terror mainstream.