Terremoto: La falla de San Andrés

Crítica de Hernán Khatchadourian - Diario Popular

Una roca contra las placas tectónicas

La nueva película del astro de acción Dwayne Johnson cumple con lo que promete, y si bien no va a revolucionar la historia del séptimo arte, invita a la aventura.

Terremoto: La Falla de San Andrés es la nueva incursión fílmica de Dwayne Johnson, un actor que en los últimos años se ha convertido en un factor decisivo a la hora de convertir una película en un éxito de taquilla.
No era así una década atrás cuando –tras un exitoso debut en La Momia Regresa (2001)- el ex campeón de catch, y ex jugador de futbol americano parecía destinado a cumplir el limitado ciclo que sus colegas solían recorrer en Hollywood: apariciones esporádicas en filmes de poco presupuesto o escaso valor cinematográfico. Quizá el nombre artístico con el que solía aparecer en sus filmes, "The Rock", no ayudara mucho en su carrera porque lo cierto es que desde que utiliza el que figura en su documento de identidad le va mucho mejor, tal como atestiguan los números que dejaron las tres últimas entregas de Rápidos y Furiosos, entre otras.
En Terremoto: La Falla de San Andrés, Johnson interpreta a Ray, el jefe de un equipo de rescate aéreo que debe hacer lo imposible para rescatar a su hija Blake (la bellísima Alexandra Daddario de las dos entregas de Percy Jackson y varias series de TV, para quien desee saber más sobre ella tras ver el filme) que ha quedado atrapada en la ciudad de San Francisco luego de un masivo terremoto ocurrido a lo largo de toda la costa oeste de los Estados Unidos.
Entre tanto desastre natural y gente cayendo de los rascacielos de Los Angeles, Ray se unirá a su ex esposa Emma (la inalterable Carla Gugino) para emprender el rescate desde esa y ambos podrán ver la devastación producida por el movimiento telúrico que los norteamericanos han temido que ocurra desde la conquista del oeste.

El gran acierto del filme, y contra lo que suele ocurrir en otros recientes exponentes del género como 2012, es que la historia se centra casi exclusivamente en los cinco protagonistas, con excepcionales momentos en el que un estudioso del tema (un correcto Paul Giamatti) adelanta a una periodista lo que ocurrirá a continuación con las placas tectónicas que se encuentran debajo de sus pies.
De esta manera, el film gana en narración e incluso hay tiempo para que Johnson siga practicando "actuación" dentro del género que mejor le sienta.
Lo único que se le puede achacar en las cuestiones técnicas al director Brad Peyton (que ya trabajó con Johnson en Viaje 2: La Isla Misteriosa) es que en los planos generales de la costa de San Francisco se notan demasiado las maquetas y eso le resta espectacularidad.
Las escenas de acción, en tanto, están filmadas correctamente y cumplen con todos los cánones y clichés del género, aunque los guionistas se han reservado una o dos sorpresas como para que no sea tan previsible.
Sin embargo, el trailer el film no promete innovación ni imposibles (Peyton es consciente de su capacidad) y por eso, la película es como alimento para los consumidores del cine catástrofe, del que no hubo muchos títulos en los últimos tiempos.