Terminator: Destino oculto

Crítica de Jorge Bernárdez - Subjetiva

“Terminator: Destino oculto”, de Tim Miller
Por Jorge Bernárdez

Que cada cierto período de tiempo regrese Terminator ya dejó de ser novedad, pero que vuelva Sarah Connor ya es otra cosa. Cuando en 1984 se estrenó Terminator, el mundo se enteró de la existencia de James Cameron, que irrumpió con una historia que hablaba de un futuro siniestro en el que las máquinas tomaban el poder y sometían a la humanidad. El Terminator del titulo llegaba del futuro para matar a Sarah Connor porque ella iba a ser la madre de John, el héroe de la insurrección contra las máquinas, pero en paralelo, llegaba un soldado a defender a Sarah. En un final arrollador, ambos mueren mientras que Sarah escapa con un bebé en su vientre. Aquella película tenía un guión muy bueno pero una producción más bien chica, pero siete años después Cameron ya era una estrella de Hollywood y Arnold Shwarzenneger también, así que la segunda parte traía de nuevo a Sarah Connor, había más plata para producir, así que el nuevo ciborg tomaba diferentes aspectos y que de repente aparecía con forma de metal líquido. También volvía el Terminator de antes, pero en plan amigo para defender a Sarah y a su hijo.

Después de aquellos dos títulos vinieron diferentes secuelas se vieron las distintas versiones de John Connor, pero nada estuba del todo bien, por lo que esa inflación de historias sobre el mítico hérore de la resistencia humana devaluó a la saga más que el peso argentino. Lo cierto es que estos vaivenes se supone que terminaron porque la franquicia fue en busca de James Cameron, el creador de la historia, para ver si podía encontrar una forma de revivirla.

Lo primero que exige el nuevo relato es que nos olvidemos de las diferentes versiones de John Connor y que volvamos a los días posteriores del final de la segunda película. Después de borrar de un plumazo las distintas partes de la historia filmada desde 1991, la acción se ubica 2019. La historia de la rebelión de las máquinas no se produjo, pero aparece un T-800 en el distrito Federal de México para cargarse a una trabajadora de nombre Daniela Ramos (Natalia Reyes), que de entrada es rescatada por otro modelo de terminator, que después se devela que en verdad es una humana mejorada que interpreta Mackenzie Davis. Tanto Daniela como la salvadora logran escapar del nuevo modelo de ciborg gracias a que aparece Sarah Connor. Se arma un trío de sororas y se plasma un nuevo bucle temporal, pero se sabe, todas las historias con temas temporales terminan creando paradojas de distinta clase. El trío escapa y termina uniéndose con el Terminator versión original, es decir, con Arnold Schwarzenegger.

Terminator: Destino oculto refunda la saga, rescata para ella cierta épica y termina siendo un enorme “fan service” para el seguidor original de la historia. Separa la paja del trigo, hace justicia con Linda Hamilton y divierte, porque el director elegido es Tim Miller (Dead pool), que se toma muy en serio el asunto de filmar acción y violencia.

Todos los problemas de la película se pueden pasar por alto gracias a las escenas de acción, pese a que sobre el final desbarranca un poco por algunas exageraciones. Si la intención era que el espectador hiciera las paces con una historia demasiado baqueteada, Terminator: Destino oculto lo logra. Misión cumplida, hasta la vista Baby!

TERMINATOR: DESTINO OCULTO
Terminator: Dark Fate. Estados Unidos/China, 2019.
Dirección: Tim Miller. Guión: David S. Goyer, Justin Rhodes y Billy Ray. Elenco: Arnold Schwarzenegger, Linda Hamilton, Mackenzie Davis, Natalia Reyes, Gabriel Luna, Diego Boneta, Steven Cree, Enrique Arce, Tom Hopper, Brett Azar. Producción: James Cameron y David Ellison. Distribuidora: Fox. Duración: 128 minutos.