Terminator: Destino oculto

Crítica de Fernando Sandro - El Espectador Avezado

¿El Reboot? ¿Sexta entrega? De la saga iniciada por James Cameron hace ya 35 años; "Terminator: Destino oculto", dirigida por Tim Miller, no devuelve las cosas a sus mejores épocas, pero cumple con ser un entretenimiento de acción cumplidor y más pensado para las generaciones actuales.
Sin muchas pretensiones, aprueba. Vuelve Sarah Connor interpretada por su actriz original, aparece otra vez un T-800 en el curtido cuero del Mister Olympia austríaco, se repiten las frases de siempre (con ligeros cambios) y hay referencias a las escenas clásicas; y sin embargo, esta "Terminator: Destino oculto" termina siendo pensada más para el público nuevo que para aquel que intenta recuperar los buenos momentos. Extraño híbrido.
Terminator probablemente sea la franquicia más manoseada y devaluada de los tanques hollywoodenses.
Algo similar a lo que ocurre con Star Wars, durante años fue algo casi intocable. Una película y una secuela (con casi diez años de diferencia entre sí), manejadas por el mismo equipo, que se convirtieron en clásicos instantáneos y parte de la cultural popular y cinéfila (la segunda suma un prodigio de FX que la hizo relevante históricamente).
Doce años después esa sacralidad comenzó a quebrarse. Lo que parecía que ya había cerrado perfecto, con la excusa de que las fechas presentadas en la historia estaban “desactualizándose”, generó continuaciones en medio de un pase de derechos de la criatura que hicieron que cada entrega (con una serie de TV en el medio) se distanciase más y más de lo que fue, variara el estilo, y cada director/guionista/productor contase lo que quisiese con el sello de una saga a la que ya intentar hilvanar en conjunto es una tarea insalubre.
No es que de "La rebelión de las máquinas" a "Genisys" sean malas películas/serie (Bueno, alguna si lo es, cada uno elige la suya), simplemente es una ensalada con gustos demasiados contrastados. La llegada de "Terminator: Destino oculto" encendió una luz de esperanza en algunos de que las cosas podían volver a su cauce.
No sólo porque Linda Hamilton vuelve a su personaje icónico (convengamos que Arnold no se perdió una), sino porque papá Cameron prometía tomar las riendas. Primero se rumoreó que la podía dirigir, finalmente la produjo y, según dicen, metió la cuchara en el guión de David S. Goyer (con experiencia en esto de apropiarse de franquicias), Justin Rodhes, y Billy Ray.
Bueno, lo dicho, "Terminator: Destino oculto" le hace guiños a los fans de siempre, como palmadas en la espalda, pero se presenta de un modo tan actual que, salvo por pequeños detalles, podría ser vista por alguien que no tiene ni idea qué es un T-800, o quién es John Connor. Una escena inicial, de gran realización aunque alguno le podrá encontrar algún detalle, ¿alcanza? para saber por dónde viene la mano. Alguna línea de diálogo escueta más termina por despejar el horizonte.
Esta realización incluso puede ser una continuación directa de "Terminator 2: El día del juicio final", o no, ser la sexta parte de un todo; pero por el melange existente, sabe que sería imposible explicar lo inexplicable; y a diferencia de Terminator: Genisys que se enroscaba explicando y sólo enrarecía más todo, acá nos dicen que las cosas son como son, hay cosas que no tienen lógica, peeeeroooo…
Estamos en el 2020 y el mundo sigue andando. Dani Ramos (Natalia Reyes) trabaja en una fábrica de chasis automovilísticos en la frontera de México con EE.UU. Ella será el nuevo target de un Terminator que llega del futuro, el Rev-9 (Gabriel Luna), con el objetivo de aniquilarla y sin dudar en asesinar a cualquiera que se interponga en el camino.
Antes que este, llega Grace (Mackenzie Davis), una humana mejorada, una Ciborg (Albert Pyum le robó a Terminator y ahora le devuelven el favor), dispuesta a proteger a Dani de los ataques del Rev-9. Cuando las cosas se compliquen a la primera de cambios, porque los Terminator son cada vez más implacables e imparables, aparecerá una segunda ayuda para Dani, o una nueva amenaza para el Rev-9; Sarah Connor haciendo un ingreso triunfal bien de sobreviviente.
Sarah recibe desde 1997 mensajes de un anónimo que le avisa las coordenadas de las llegadas de los nuevos Terminator, y ella se encarga de truncarle los planes.
Dani, Grace, y Sarah formarán un power trío de resistencia con la progesterona bien alta.
El mensaje feminista en "Terminator: Destino oculto" es obvio, directo, y subrayado; y más allá de algún prurito, no está nada mal. Habrá que sumarle una vuelta de tuerca que se venir mucho antes de que se revele, y que refuerza esta cuestión ¿Y Arnold? Habrá que esperar – bastante – para verlo.
No esperen aquí que haya demasiadas respuestas, esta peli no ofrece demasiadas vueltas. No explica mucho más de lo necesario (y hasta ahí), es básica, y se entrega rápido a lo que quiere mostrar, secuencias de acción y persecución seguidas de unos cuantos momentos más tranquilos en los que se desarrolla la relación entre los personajes y se lanzan frases para los varios mensajes que quiere dejar.
Al fan intenta contentarlo con guiños y homenajes, e implícitamente le dice que ya está, que dé vuelta la página y deje disfrutar a los que vienen. A los nuevos les entrega una película no muy original ni esplendorosa pero cumplidora, principalmente porque se pone objetivos no muy altos.
No intenta estar a la altura de una saga antológica, quizás porque sabe que luego de cinco películas y una serie ya no lo es. Mackenzie Davis y Natalia Reyes tienen buena química entre sí, ambos tienen buenos personajes, y es obvia la intención de repetir el esquema de T2. A Arnold le pesan los años, pero es inoxidable, se lo banca tal cual es, aunque acá el eje está lejos de ser su presencia.
Las miradas se la lleva Linda Hamilton, que refuerza sus arrugas y su voz de whisky y cigarros, es una batalladora que termina de cerrar el arco de transformación de su personaje, todos los aplausos a ella.
En el debe, el Rev-9 de Gabriel Luna no le hace ni cosquillas al T-800, el T-1000, ni a la T-X de Kristanna Loken. Quizás sí supere al androide de Genisys, que ni nombre de modelo tuvo. Le falta peso, presencia, actitud para infundir temor y respeto.
Cada ves hacen más cosas, este hasta divide en dos su exoesqueleto, pero a Robert Patrick le alcanzaba con un dedo haciendo no y una mirada helada para saber que con ese tipo no se jodía. Tim Miller no hace mucho desde la dirección. Las escenas de acción no eran lo mejor de Deadpool, estas están un poco mejor, y vuelve a ubicar la acción en soleados y sucios días más que en la luz de la luna y la oscuridad.
"Terminator: Destino Oculto" no está mal. Sabe que las dos primeras entregas no se tocan ni se igualan, y no le molesta colocarse varios escalones por debajo. Le alanza con dejar un mejor sabor que ¿algunas? de las otras secuelas, e intentar hacer su propio camino ¿Será legendaria? Lo dudo, pero las poco más de dos horas pasan rápido, entretienen, y – para bien o mal – se olvidan bastante rápido.