Tenet

Crítica de Maximiliano Curcio - Revista Cultural Siete Artes

La trayectoria de Christopher Nolan nos ha acostumbrado, desde una década y media a esta parte, a un preciso dominio del género de acción, abordándolo con una magnitud épica y desmesurada. En “Tenet”, todo es ambición desde los primeros segundos de metraje y la portentosa escena inicial será el punto de partida para otorgar ruedo a un argumento que gira en torno al espionaje, las intenciones terroristas y los viajes en el tiempo, como ingredientes esenciales en la evolución de un verosímil intrincado y difícil de asimilar. El típico entretenimiento vertiginoso del que hace gala Nolan, es el que ha patentado poniéndose al mando de la franquicia de “Batman”, ratificando con este ejercicio su jamás comedida pirotécnica visual. La concepción del blockbuster, según el realizador de “Memento” asume altas cuotas de escapismo y un deslumbrante sentido de la originalidad. Con el regreso de las salas, no caben dudas que una película merece disfrutarse en la gran pantalla. En “Tenet” todo es catástrofe, al tiempo que la siempre compleja narrativa de Nolan – sin temer arriesgarse a perderse en su propio caos creativo- nos trae a la memoria tramas tan laberínticas como “El Origen” o “El Gran Truco”. Aquí, las realidades paralelas nos estimulan a discernir un explosivo acertijo argumental y las posibles consecuencias de nuestros actos futuros…en el pasado. El ascendente John David Washington (“Malcolm y Marie”), acompañado de notables como Robert Pattinson, Michael Caine y Kenneth Branagh, lidera una colosal aventura presta a consumirse bajo una vital advertencia: si tomamos medianamente a la ligera las motivaciones del complot apocalíptico que argumenta el villano de turno, nos arrojaremos sin demasiado miramiento al centro convergente de este auténtico rompecabezas mental. Haciendo de la osadía su aliado, “Tenet” provoca un efecto de inmersión inmediato que se vale de la tecnología audiovisual para desafiar nuestro intelecto y sentidos.