Tenemos un problema, Ernesto

Crítica de Marcelo Cafferata - Revoleando Butacas

Houston, estamos en problemas!
Hay situaciones que uno nunca imagina. O con las que jamás fanteasea.

Por miedo, por desconocimiento, por no entrar en pánico, por no poder ni pensar que nos pasaría si atravesamos esa situación...

Diego Recalde, de reconocida trayectoria en la radio, los medios gráficos y la televisión, adapta al cine su propia novela "Tenemos un problema, Ernesto" partiendo de una premisa tan sencilla como insólita que se basa justamente en esas fantasías que uno nunca quiere imaginar: qué pasaría si una mañana un hombre se levanta y se da cuenta que le falta su pene?. Asi, sin ninguna explicación: se levanta, va al baño y su pene, ya no está.

Obviamente bizarra -en el mejor sentido de la palabra-, ya desde su planteo inicial y jugando (y traspasando?) el borde del absurdo casi en forma permanente, "Tenemos un problema, Ernesto" se inscribe dentro de las comedias que pueden emparentarse con el cine de Néstor Montalbano, el humor de Capusotto o el mítico "Todo por dos pesos".

Lo más importante para poder disfrutar de la propuesta de Recalde, es dejarse llevar y prestarse al juego, porque una vez dentro de él, la comedia se puede disfrutar doblemente.

Aún con algunos desniveles narrativos, lo interesante es que la película nunca pierde su eje y sigue buceando de diversas formas en su anécdota central desde diversos costados, tiñendo a todos ellos de un humor delirante al que Diego Recalde, tanto como guionista como protagonista casi absoluto del filme, logra imprimirle un ritmo que no siempre es fácil de conseguir.

Sin embargo, el timing de la comedia no se pierde en ningún momento y se va potenciando con apariciones de personajes secundarios con intervenciones casi episódicas, algunos de ellos de gran trayectoria como Erica Wallner o Ernesto Claudio y otros de una etracción más televisiva o radial como Cabito, Bárbara Love o Fábregas.

Habrá espectadores que puedan más rápidamente incorporarse al ritmo descabellado e irreverente de la propuesta y poder seguir y acompañar al protagonista en todo su derrotero personal por recuperar su miembro viril (al que Recalde, no se priva de llamarlo de todas las formas posibles en cada uno de los personajes secundarios) para otros quizás sea más dificil meterse en el ritmo del desenfreno, pero una vez logrado, la comedia fluye por sí sola.

Asi como en "Después de Hora" de Scorsese el protagonista pierde el último subte y comienza, a partir de ese momento, una seguidilla de situaciones encadenadas, aquí Ernesto, perdiendo su pene se ve inmerso en una serie de contratiempos y anécdotas (una más delirante que la otra) para intentar recuperarlo y con él, volver todo a la "normalidad".

Con guiños de todo tipo, Recalde también aprovecha ciertas situaciones para parodiar sobre los medios, los médiums, los "manochantas" y "curranderos" y plantear su mirada ácida a psicólogos, pediatras, nutricionistas y hasta un taxista típicamente "argento" sin perder al absurdo como eje central en su forma de plantear la comedia y de pintar a través de los personajes, algunas de nuestra maneras de pensar y de ver ciertas situaciones que hacen además, que sea una comedia típicamente argentina.

Lo mejor que puede decirse de "Tenemos un problema, Ernesto" es que se nota que fue hecha a pulmón y con apasionamiento y que básicamente todo el elenco ha sabido prestarse al juego y sintonizar con la propuesta que por otra parte, es una bastante inusual dentro del terreno de la comedia nacional y por ende, doblemente innovadora.

Con un pie en el grotesco y tocando un tema que ya desde el momento inicial es irreverente e inusual, jamás pierde el buen gusto ni entra en el trazo grueso. Juega, coquetea, insinúa pasar los límites pero sanamente llega a ese borde, sin pasar a la grosería o el mal gusto.

Una propuesta fresca, divertida, diferente con momentos realmente hilarantes para pasar un buen rato.