Tenemos que hablar de Kevin

Crítica de Luis María Fittipaldi - RosarioCine

Rojo profundo

Tremenda y abrumadora experiencia la de ver este filme de la directora Lynne Ramsay, acaso un crítico utiliza la misma definición para orientar sobre un filme light, pero en este caso es a la inversa: nada más pesadillesco, oscuro, denso y duro de digerir que esta producción que toma un tema muy actual: la violencia adolescente, y que además habrá más tela por cortar ya que se puede sumar aquello de los hijos no deseados, y otros accesorios dentro del guión que dejarán serios planteos en el espectador.

El pequeño Kevin desde niño es manipulador, insolente y psicopatea a su madre -lo opuesto es con su padre-, y que ergo deriva en un púber monstruoso que estará signado por la fatalidad, dentro de una sociedad tan desesperadamente alienante como su entorno.
No hay posibilidad de mejor rostro desolador y sufrido al extremo, en una aguda realidad que la desborda, que el de esa inmensa actriz que corporiza a la madre llamada Tilda Swinton, que rodea su presencia de tonalidades rojas. Roja es la "Tomatina" popular en España que abre el filme, y roja es la pintura que arrojan los vecinos en la propiedad de la mujer, rojo destino, rojo sueño delirante que se hará realidad, rojo desenlace que tendrá la historia.

Por estos tiempos, donde tanto se habla y se escribe acerca del "bullying" -el acoso escolar-, donde abundan los transtornos compulsivos y las patologías se multiplican caóticamente, donde la familia sigue siendo el germen del adulto del mañana -sea para bien o mal de la sociedad-, sería bueno que intenten ver este gran filme, meritorio por cierto pero absolutamente duro.