Tenemos que hablar de Kevin

Crítica de Claudio Lo Iacona - Todo lo ve

El profundo abismo rojo de Eva

¿Quién es Kevin? y ¿Por qué es bueno saber de él? Quizás sean algunas de las preguntas que se haga el espectador antes de verla. Pero la realidad, es un film que va más allá de todas las teorías que uno se pueda imaginar.

La película basada en la novela homónima de la escritora americana Lionel Shriver, Tenemos que hablar de Kevin es un drama duro y muy crudo sobre la maternidad, la culpa y la imposible expiación. Tenemos que Hablar de Kevin

Eva, interpretada por la siempre convincente Tilda Swinton (Io Sono L´amore), es una mujer que decide dejar sus ambiciones de lado para tener a su primer hijo, Kevin.

A las claras, la relación entre los dos es tremendamente difícil, incluso de bebe, desarrollando Kevin una personalidad agresiva y manipuladora.

Eva, irá creando una especie de depresión postparto que prospera en culpa e incomprensión hacia su hijo y complica seriamente las relaciones con su marido (interpretado por John C. Reilly), que parece no enterarse absolutamente de nada.

Pero la "olla a presión" estallará, cuando a punto de cumplir 16 años, Kevin comete un acto que marcará no sólo a su familia sino también a toda la comunidad. Mientras Eva repasa todo lo ocurrido hasta el momento, en un intento vacío por entender que pasó, el espectador se sumergirá entre flashbacks y fusiones en esta historia apasionante.

Tenemos que hablar de Kevin sorprende por su crudeza teñida de rojo, por una temática controvertida y por el duelo interpretativo que ejecutan sus dos actores protagonistas: la versátil Tilda Swinton y el casi desconocido Ezra Miller. Ambos, a través de unas miradas profundas que lo dicen absolutamente todo y escasos diálogos, dan en el centro con todo el dramatismo y brutalidad que la cinta requiere.

Un punto a parte para el pequeño Jasper Newell, que interpreta a Kevin de niño con la misma fuerza que Miller, y cuenta con una serie de escenas determinantes para el desarrollo de toda la acción.

Con una banda sonora estratégica que acompaña a la perfección a los desorientados y enfadados protagonistas de la historia. Tenemos que hablar de Kevin consigue transportar hacia una atmósfera asfixiante y roja que acompaña a Eva desde el nacimiento de Kevin.

Gracias a su directora, Lynne Ramsay, la tarea está cumplida porque busca a través de cada plano y desenfoque, arrastrar al espectador hasta un abismo carmesí.