Ted Bundy: Durmiendo con el asesino

Crítica de Hugo Zapata - Cines Argentinos

La historia del asesino serial Ted Bundy ha sido retratada en numerosas películas desde mediados de los años ´80, antes que el criminal fuera ejecutado por los homicidios de más de 30 mujeres, cometidos entre 1974 y 1978.
Esta versión que se conoció este año es probablemente la más interesante por el modo en que evitó los clichés que suelen encontrarse en esta temática.
La dirección corrió por cuenta de Joe Berlinger, un documentalista especializado en crónicas policiales que este año estrenó además en Netflix la serie Conversaciones con asesinos: La cintas de Ted Bundy, un material que sugiero ver luego del film protagonizado por Zac Efron.
Se trata de un complemento muy interesante de esta producción que incluye archivos audiovisuales que se registraron del criminal.
Una particularidad de este film es que reconstruye el caso desde la mirada de Liz Kendall (interpretada por Lily Collins), la pareja formal con la que Bundy tuvo una hija, durante el periodo de su raid delictivo.
Cuando esta historia explotó en los medios de comunicación la figura de Kendall fue cuestionada porque no se entendía que ella desconociera por completo la personalidad sádica y violenta del asesino.
Una de las características notables de este delincuente pasó por su astucia para engañar psicológicamente a todo su entorno familiar durante años.
¿Es posible convivir con un homicida y no enterarse de sus acciones hasta el momento en que es arrestado?
Absolutamente si el criminal se desenvuelve con la psicología y capacidad de manipulación de Bundy.
Un individuo que se mostraba como un hombre de familia común y corriente para su entorno y al mismo tiempo era un psicópata que decapitaba mujeres y escondía sus cabezas en su departamento.
La compleja dualidad de la mentalidad de este hombre está muy bien trabajada en la película de Berlinger, quien optó por concentrarse en este aspecto del relato, más que en reconstruir los crímenes con escenas de violencia extrema.
Si bien el realizador le ahorra al público el morbo de los detalles escabrosos en los homicidios, la exploración de la personalidad de Bundy se explora con solidez.
Un aspecto de esta producción donde sobresale la extraordinaria interpretación de Zac Efron, quien a través de este proyecto pudo explotar su potencial como actor.
Un artista que suele ser desaprovechado en comedias tontas y en esta labor saca adelante un rol muy complejo.
El modo en que retrata con actuación toda la perversión y la capacidad de Bundy para manipular a su propia familia es inquietante.
Lily Collins también sobresale con un gran trabajo con un personaje que representa la otra cara de esta historia.
El film de Berlinger encuentra su mayor atractivo en la primera mitad cuando se enfoca en la perspectiva de Liz Kendall.
Luego el foco de atención se centra en el juicio del asesino, que no es menos interesante por las situaciones absurdas que se vivieron, como el grupo de mujeres que apoyaban al criminal.
Sobresale también toda la reconstrucción de la puesta en escena de los años ´70 y la caracterización de Efron como Bundy que es escalofriante.
La diferencia con otras producciones que trabajaron el mismo caso es que esta obra se centra más en la psiquis de delincuente y retrata diferentes perspectivas de la historia, en lugar de caer en la explotación sensacionalista de los homicidios.
Para quienes se interesen por estos temas es un estreno para tener en cuenta.