¿QUIÉN ES EL ARQUITECTO DE TU ALMA?
Puntaje: 8
“Tár”, estrenada de forma mundial en el Festival Internacional de Cine de Venecia 2022, se convirtió prontamente en una de las favoritas de la temporada de premiaciones. Dirigido y escrito por Todd Field (“In the Bedroom”, “Secretos Íntimos”), el presente film retrata la historia ficcionada de una prestigiosa ‘Maestro’ de orquesta, en la piel de la brillante Cate Blanchett. En un extenso metraje que supera las dos horas y media duración apreciamos el alucinante y radical regreso a la gran pantalla por parte de un Field que llevaba diecisiete años alejado de los sets de rodaje cinematográficos. Nato provocador, nos desconcierta desde el primer instante: llamativamente, invierte el pasaje de créditos y también la pirámide de jerarquía. ¿Pequeña gran prueba de lo que estamos a punto de encontrarnos?
Densidad intelectual y refinada erudición muestran devoción por la música clásica. Ingresa el autor en un terreno purista y da una absoluta masterclass; no teme el desajuste que puedan sentir quienes no sean afines al tema de interés. Ya decía Arthur Schopenhauer, y es toda una declaración de intenciones que “Tár” apropia como primer mandamiento: ‘la cantidad de ruido que cada cual puede soportar sin incomodarse está en relación inversa a su inteligencia y puede considerarse como una medida aproximada de sus facultades’. El lenguaje musical como omnipresente referencia, hace del presente un tratamiento estético del uso del sonido. Asimismo, desglosa el lenguaje cinematográfico, en variada implementación de angulaciones, encuadres y planos, obteniendo pasajes de gran riqueza conceptual. Espejos en efecto droste, reflejos que desenmascaran emociones, cámara en movimiento, imágenes en sentido circular, distorsión en trances oníricos.
Tenemos delante un sutil estudio y radiografía del poder y su transferencia, rayano a la locura. ¿Abusamos del poder a nuestro beneficio? ¿Cómo tratamos a nuestros semejantes? ¿Es la cercanía emocional un bien de transacción? En clara referencia al contemporáneo ‘me too’, el film se pronuncia acerca de una reputación puesta en duda. No es posible distinguir fácilmente aquí entre héroes y villanos. Sin embargo, progresivamente, Lydia es colocada contra la pared. No es misoginia, es misogamia, retruca ella. Las pantallas que todo lo captan en la era tecnológica son el instrumento perfecto para difamar o acusar con pruebas fehacientes, y la correspondencia electrónica se erige como el último resquicio de privacidad violentado. El fin justifica los medios. La ambigüedad reina en una sinfonía interpretativa dispuesta a incomodarnos. Un laberíntico dilema moral marca la película de principio a fin, trasladándose hacia el espectador. Debemos estar listos para ser jueces y verdugos. Pero Field, atención, nos hace dudar. “Tár” es una lección de cine que lleva a cabo una potente utilización de la música incidental. Mérito del responsable tras de cámaras, una noción autoral y extremadamente personal a la hora de crear, nos lega esta enorme película repleta de reflexiones estéticas y morales. ¿Importa más la respuesta obtenida o quién escuche?
Field lidia con el hecho de separar a la obra del autor. ¿Juzgamos por aptitud artística o por elecciones personales? Luego de ciertos testimonios omitidos, el pasado comienza a alcanzar a la protagonista. La pantalla se tiñe de colores inesperados, pero, a diferencia de lo que una intriga convencional haría, “Tár” elige volverse extremadamente críptica y sutil. Será menester de cada espectador descifrar esta compleja partitura hecha de movimientos sincopados. Tomando fuente de inspiración en ‘determinados personajes’ de la vida real, se recrea este genio de la música clásica contemporánea, motivada por la inmortal obra de gigantes como Wagner, Bach, Beethoven y Tchaikovsky…una plétora de guiños que llega incluso a citar al argentino Daniel Barenboim, sin dudarlo motivo de orgullo para nuestro país. Mística y simbólica, la película recurre a toques del estilo de thriller que recuerdan tanto a un setentista Roman Polanski (“El Inquilino”) como a un más reciente Michael Haneke (especialmente a pasajes de “Caché”).
La polémica naturaleza del personaje central se nos irá revelando paulatinamente. En dosis homeopáticas, las falencias que detectaremos podrían ser un reflejo de nuestros propios impulsos. Mentiras y actos nocivos acaban por perseguir al genio, ¿alcanzamos a lograr suficiente empatía? Pinceladas de corte fantástico inducen a que la imagen luzca extraña y terrorífica, rumbo a este pausado y sincrónico estudio de personajes, sumergiéndose en las áreas grises que describen la concepción ética de un ser inserto en una sociedad que vive y muere por extremos. Centro convergente, seguimos el derrotero un tanto errático de una artista debatiendo su propia identidad, y que, paradójicamente, no teme pronunciarse delante de cámaras acerca de su percepción de género. Lesbiana, sí. Feminista, no. ¿Cuándo se celebra el Día Internacional de la Mujer? El tiempo es una esencial pieza de interpretación.
Cate Blanchett consigue uno de los papeles de su vida, logrando una de las interpretaciones más sobresalientes de la presente década. Escrutamos su fascinante rutina. Viajes en avión, píldoras tranquilizantes, exigentes rutinas de ejercicio, excepcional destreza musical, bloqueos creativos. Intimidante, Tár aplica sobre sí misma un metódico autoritarismo. Atormentada por imágenes que vuelven como flashes o perturbada por imperceptibles ruidos que alteran su tranquilidad, apenas puede conciliar el sueño, el que sobre ella acontece es un auténtico tratamiento sobre el progresivo resquebrajamiento psicológico. Pecados veniales de todo genio o incómodas verdades, todo saldrá a la luz. Field no da puntada sin hilo, dejándonos, en cada plano, sutiles pisas que debemos decodificar a fin de comprender el último sentido plasmado. Más ruidos que alteran su tranquilidad, un grito desgarrador atraviesa el bosque. Busca sosiego puertas adentro, pero no lo consigue. En los suntuosos pasillos del elegante edificio berlinés en dónde reside los fantasmas se pasean por las escaleras. No hay otra alternativa que huir.
El río sigue su curso y un lejano entorno selvático podría proveerle el ansiado anonimato. Y una bocanada de aire fresco, dispuesta al próximo desafío orquestal. La directora gesticula, mira hacia un costado, agudiza los sentidos. Ruidos molestos, pasos amenazantes, cocodrilos en la costa, como en aquel exilio en las sombras de Brando…el corazón habita en las tinieblas. ¿Dónde sino? Manipuladora, calculadora, mitómana, Linda -perdón, Lydia, busca torcer los hechos a su favor. Despotrica y difama: ‘¡ah, ese robot! El rostro de Blanchett, que durante los primeros minutos del film se notaba esplendoroso y fresco, luce demacrado y con la mirada perdida. Siente en su piel teoría conspiranoides, los cuchicheos aumenten en derredor; la cordura pierde la partida. Su tiranía se desmorona, la oscuridad todo lo cubre. Hay actos íntimos imposibles de ocultar…brutal y fidedigno, el ensayo sobre el dominio del tiempo como metáfora creativa es una daga que se clava en el costado de la maltrecha y virtuosa compositora.