Tango de una noche de verano

Crítica de Ricardo Salton - Ámbito Financiero

Disquisiciones sobre el origen del tango

No hay argentino ni uruguayo que puedan suponer que el tango nació en otra parte que en el Río de la Plata. Y hay estudios serios, ya de larga data, que dan cuenta de esa gestación en el siglo XIX a partir de una no tan lejana relación con la habanera cubana. A contrapelo del resto del mundo, muchos finlandeses están plenamente convencidos de que el recorrido fue otro; o sea que el género y su danza se formaron en su país y que fueron los viajes trasatlánticos los que terminaron depositándolo en nuestras tierras. Y entre ellos está, por caso, el director de cine Aki KaurismTMki, que aparece afirmándolo en el comienzo de este film.

Esa teoría, disparatada para nosotros, es precisamente el punto de arranque de una película que puede ser perfectamente apta también para quienes tienen relativo interés por el tango.

Entre el documental y la ficción, entre Buenos Aires y lugares remotos de Finlandia, con la cámara que se evidencia presente a ratos y que pretende desaparecer por otros, tres músicos argentinos cruzan el océano para intentar develar el misterio del origen y plantarse frente a lo que, en buena medida, consideran una vanidad absurda de los nórdicos. Los protagonistas son el guitarrista Diego "Dipi" Kvitko, el cantor Walter "Chino" Laborde y el bandoneonista Pablo Greco.

Todos haciendo de sí mismos tienen diálogos que, de tan graciosos y redondos, dejan al espectador con la curiosidad por saber si fueron improvisados o guionados. No son actores, está claro. Pero es tal la frescura, la credibilidad que generan y lo picante de sus intervenciones, que se lucen en ese sentido; tanto cuando están solos en pequeñas tenidas filosófico/tangueras como cuando interactúan con músicos y cantores profesionales o amateurs, cuando se entrometen en los bailes populares o cuando tienen algunas escenas muy divertidas con personas aparentemente comunes y, otra vez, sin que quede claro cuánto de casualidad y cuánto de ficción preparada tienen esos momentos.

La directora alemana Viviane Blumenschein es también la responsable de un guión que no tiene solidez narrativa. Hay imágenes bellas. Hay "sketches" muy bien logrados. La película se hace entretenida en la suma. Quizá le falte, sin embargo, una puntada en la edición final para redondear la idea que motivó esta coproducción trinacional.