Tan fuerte y tan cerca

Crítica de Maria Marta Sosa - Leer Cine

EL HOMBRE INTERIOR

Una interesante mirada sobre una familia que sufre una pérdida en el Word Trade Center el 9/11. La película de Daldry consigue dialogar con un hecho tan demoledor como la muerte de un ser amado y ofrecer un espacio de autoconocimiento y esperanza.

Los hechos que suceden luego la muerte de Thomas Schell (Tom Hanks) parecen responder al comportamiento que Oskar (Thomas Horn) presenta desde el principio de Tan fuerte y tan cerca (Extremely Loud & Incredibly Close): la inseguridad lo coarta, si bien es con Thomas, su padre, con quien disfruta, se anima a comunicarse, para con el resto del mundo muestra un gran impedimento relacional. La conducta previa de Oskar pareciera advertirnos que si aquel entorno que sólo podía ser abordado con la compañía de su padre y su abuela, durante y post deceso paterno la amenaza será cada vez mayor.
Oskar se comunica con su hijo a través de las aventuras que le propone, las lecturas, conversaciones entre padre e hijo alimentan la curiosidad y los espacios geográficos por descubrir alientan a Thomas a localizar un “sexto distrito”. Su búsqueda es tan frenética como su proceder cotidiano. Aquí podríamos destacar que a Stephen Daldry, director de la película, los niños enajenados no le resultan indiferentes. En Billy Elliot, otra de sus realizaciones, ahonda, sin demasiada profundidad, en la pasión que lleva a un niño a salir de su pueblo y convertirse en un bailarín profesional. Muchos planos de Tan fuerte y tan cerca nos remiten a los pies de aquel otro protagonista. Resulta llamativo el detalle de los zapatos de Thomas, su andar al borde del espasmo, su rabia contra sí mismo, contra su madre, contra ese lugar que no puede encontrar. Líneas atrás, deslizábamos el problema de Stephen Daldry con lo sondable de otro de sus personajes. En esta película, toda la coraza psicológica y física (Thomas llega a auto-agredirse a escondidas) que sostiene el personaje resulta engañosa. Durante gran parte del relato estamos tentados a sentenciar que la empresa que monta Thomas en memoria de su padre es tan externa como el exagerado comportamiento con el que la afronta. Su devenir está al borde del egoísmo, se aleja de su madre y toma al inquilino mudo de su abuela como objeto contra-fóbico para enfrentar a las personas con las que debe dialogar para encontrar la cerradura que corresponde a una llave que encontró entre las cosas de su padre. Sus acciones se muestran casi caprichosas.
Mientras el punto de vista se queda con Thomas no vemos la salida para todo el dolor que representa la pérdida. Lamentamos la decisión de abordar un tema como una muerte en los atentados del 11 de Septiembre de manera tan aparatosa, sin darle la posibilidad a un personaje de que ahonde en su tristeza y comprenda que su padre está con él, que no lo abandonó y que su desaparición es sólo una circunstancia de la vida limitada que tenemos todos. Es cuando el punto de vista cambia hacia quien ha llevado a Thomas en su interior: su madre (Sandra Bullock), cuando Tan fuerte y tan cerca se vuelve interesante y afirma que la búsqueda de Oskar es un camino de interioridad y no un desafío desmedido y externo. Esta decisión aporta ese sustrato reclamado, es aquí donde esa experiencia de muerte se vuelve familiar, intimidad de la madre y del hijo. Los síntomas parecen esfumarse con el afecto, con el diálogo verbal y gestual que otorga sentido, que vuelve auténticos y vitales a dos seres a quienes una situación límite los ha cambiado para siempre.