Talentos ocultos

Crítica de Leonardo González - Río Negro

“Talentos ocultos”: Mujeres que rompieron barreras

Principios de la década del sesenta. En plena Guerra Fría, Estados Unidos y la Unión Soviética luchan también por la carrera espacial. Los norteamericanos ven asombrados, y celosos también, cómo sus pares europeos tienen éxito en algo que ellos no. Todavía en la NASA no se usan computadoras, pero sí las mentes más brillantes en matemáticas para hacer los cálculos de las trayectorias de los cohetes –las llamadas “computadoras humanas”-.

Y allí trabajan realizando estas tareas Katherine Johnson (Taraji P. Henson) y Dorothy Vaughan (Octavia Spencer) y Mary Jackson (Janelle Monáe). Pero ellas tienen dos desventajas: son mujeres y son afroamericanas, en tiempos en que eso pesaba, y mucho, en la sociedad de aquellos años.

De todas maneras, estas tres mujeres lograrán traspasar todas las barreras y prejuicios y lograrán cosas que nadie imaginaba hasta ese momento.

Si el año pasado la queja fue que faltaban nominados afroamericanos en los Premios Oscar, este año saldaron un poco la deuda.

“Talentos ocultos” (Hidden Figures, 2016) es una de las películas que recibieron nominaciones (Mejor Película, Mejor Actriz de Reparto y Mejor Guión Adaptado) que está protagonizada por actores afroamericanos y cuya temática tiene que ver con la segregación racial.

Esto no quiere decir que este filme no se merezca los premios o las nominaciones que ha obtenido, simplemente que es hermoso ver cómo la culpa en Hollywood se redime en base a preseas.

Este largometraje está basado en el libro homónimo de Margot Lee Shetterly y cuenta la historia real de este trío que marcó historia. Por un lado, Katherine Johnson calculó las trayectorias de vuelo del proyecto Mercury y luego el vuelo del Apolo 11 a la Luna en 1969; Dorothy Vaughan consiguió ser la primera supervisora de los servicios de IBM en la NASA; y Mary Jackson se convirtió en la primera mujer en ser ingeniera aeroespacial de Estados Unidos.

Pero, para eso, tuvieron que luchar y mucho, en un mundo en el que no consideraba a la mujer alguien apta para “ciertos trabajos”, y menos si era de color.

El largometraje muestra parte de sus logros, así como la lucha, la tenacidad, el empuje, la inteligencia que tuvieran para encontrar el hueco, la hendija en donde poder meterse y demostrar lo que valían y podían dar.

También muestra la parte “fea”, la sucia, la discriminación sin sentido que tal vez a nuestra sociedad se le haga tan difícil de entender.

Con pequeños gestos, actos, diferenciaciones, desde el uso de una cafetera a tener baños diferenciados, cosas o situaciones que se nos hacen inverosímiles hoy en día. Y hay también un pequeño paneo de lo que ocurría en el país, pero el largometraje no se centra demasiado en ello.

De las actuaciones no hay demasiado que decir: todas son muy correctas y sólidas, con una Octavia Spencer que destaca un poco más. Y un Kevin Costner que, como siempre, tiene el tono y el timing justo para los roles que elige.

“Talentos ocultos” es una película redonda, tal vez demasiado. Son esos filmes en que se acomodan o exageran un poco los hechos y los héroes logran sus cometidos casi con poco –no mucho– sufrimiento.

Porque le va bien a la obra, no porque no haya sido así en la realidad. Los “malos” se redimen, entienden que sus prejuicios son infundados y, en poco tiempo, se convierten en buenos seres humanos.

Pero, insisto, la película es correcta y sólida, y tal vez sea querer pedir demasiado que muestre un poco más quirúrgicamente un problema tan grave como el racismo que tuvo –y que a veces parece que lo sigue teniendo– ese país.