T2: Trainspotting

Crítica de Fernando Sandro - El Espectador Avezado

“Que veinte años no es nada” reza la estrofa del tango Volver; y es lo que habrán pensado Danny Boyle y el guionista John Hodge a la hora de llevar a la pantalla una secuela de su hit de 1996 Trainspotting, adaptando muy libremente la novela que Irvine Welsh publicó en 2002, titulada Porno, como secuela de su propia novela que inspiró al film original. Los chicos están de vuelta, las calles de Edimburgo también ¿Pero es todo lo mismo? Definitivamente no, aunque no siempre sus responsables se den cuenta. De hecho, la letra completa del clásico de Gardel y Le Pera le caería como anillo al dedo a esta historia.
Renton (Ewan McGregor) vuelve a Escocia desde Austria, con más frustraciones que éxitos. Es hora de dar la cara luego de la traición que marcó el anterior final; la reunión con el resto del grupo no se hará tardar. Spud (Ewen Bremmer) continúa tratando de encontrar la salida, en rehabilitación constante, intentando reparar la distancia con su ex mujer y su hijo.
Begbie (Robert Carlyle) está en prisión, con más ira que antes, planeando su fuga. Sick Boy/Simon (Johnny Lee Miler) evolucionó, a otro tipo de negocios turbios; ahora se dedica espiar, grabar, y chantajear, hombres que contratan los servicios de una prostituta llamada Veronika (Anjela Nedyalkova). Si bien se le dedicará un tiempo a cada uno de los cuatro, es evidente que la acción principal pasa por Renton y Sick Boy.
Este último aún guarda rencor hacia su ex mejor amigo, y tiene un plan para cobrarse revancha, un plan que incluye un nuevo negocio, esta vez, la instalación de un burdel regenteado por Veronika. Así, Boyle y Hodge, el guionista de sus películas más personales, sirven la premisa para volver a instalar a los personajes y exponer cuánto han cambiado las cosas en este tramo que ha pasado.
Si bien Trainspottong 2 no tiene exactamente el ritmo frenético de su antecesora, se las arregla para ser muy dinámica, con un montaje ágil, verborrágica, y sin detención alguna. Se intercalan las escenas que grafican situaciones y hay algunas ensoñaciones no tan pesadilléscas como antes, el lenguaje visual está intacto.
Lo mismo podríamos decir de la banda sonora, que funciona de manera tan bombástica como la anterior. Lo que cambiaron son los tiempos, esta no es la historia de veinteañeros buscando su destino incierto en medio de una sociedad que no les daba oportunidades; es la historia de cuarentones, o más, que vieron todas sus esperanzas truncadas y están de vuelta, arreglando cómo seguir adelante frente a tanto golpes. Es decir, lo que falta es la cuestión generacional que tenía el film de 1996.
En su momento se habló de Trainspotting como la Naranja Mecánica de la generación post punk, aún sus detractores deberán reconocer que fue un emblema para todos los que buscaban un espejo distorsionado de sus vidas cargadas de miserias a pronta edad, con la incredulidad a cuesta.
"Trainspotting 2" será un film para los fanáticos, para quienes quieran ver cómo siguieron sus personajes, cuánto han cambiado, pero difícilmente trascienda la esencia del primer film, no tiene destino de clásico propio. Con más momentos dedicados al humor, menos negra pero más triste que la anterior, maneja una fibra emocional, propia de quien mira los tiempos que pasaron y los añora.
Aunque esos tiempos no hayan sido los mejores para los personajes, sí lo fueron para el espectador. El puñado de actores sí se encuentra con las mismas energías de antes, todos cumplen muy bien, y hay que estacar otra vez a Robert Carlyle que, quizás por poseer al personaje más carismático, es quién más se luce en los momentos de francas carcajadas.
Veronika será el personaje puesto para ejemplificar lo que fueron nuestros protagonistas y ya no son, es la veinteañera, con destino incierto, que quiere salir del pozo en el que está, y pareciera abusar de otras drogas, ya no químicas, tecnológicas.
Hay mucha melancolía y momentos de emoción que no estaban tan remarcados anteriormente.
Pero hay algo que hace ruido, la historia tiene una necesidad de trazar paralelismos permanentes, como consciente de su dependencia de lo que pasó, intenta calcar hechos; e hilando fino, este recurso resta verosimilitud ¿Qué posibilidades hay de vivir otra vez lo mismo con (algunos) rostros distintos? Trainspotting 2 tendrá sus momentos de fiesta para los seguidores, para los que querían más; sin dudas la festejarán. Pero a la hora de las cuentas, no sabremos cuán necesaria era esta secuela.