Super Mario Bros. La Película

Crítica de Alejandro Franco - Arlequin

Que una película sea taquillera no significa que sea buena. Ciertamente Super Mario Bros 2023 es mejor a su antecedente de 1993, pero sin ser una super maravilla. Es simple, simpática y destila fanservice por todos los poros – están los personajes, los niveles y las distintas versiones de los juegos están integrados a la trama y el entretenimiento es redondo e inofensivo -, pero no es La Gran Aventura Lego.

Quizás la mayor gracia del filme reside en que le dieron la franquicia a Illumination – los de Mi Villano Favorito, Sing y otros títulos taquilleros – que, aunque sean europeos, parecen los dignos sucesores de Tex Avery y Chuck Jones. Aunque veas un minion dibujado (y sin que diga una palabra) ya te da risa, y eso habla de un talento natural para hacer personajes estéticamente graciosos. Y cuando están en movimiento, son carismáticos y no podés apartar la vista de ellos. En el caso que nos ocupa está Toad – un honguito que está al servicio de la Princesa y que le pone la voz Keegan-Michael Key – el cual es un ladrón constante de escenas. Es el equivalente de los minions en este reino – hacen torpezas de todo tipo, son increíblemente simpáticos y te dan ganas de llevarte uno para tu casa como recuerdo -. El resto es más genérico. El malo es muy malo – Jack Black se debe haber hecho una panzada con el rol -, el secuaz del malo es como una tortuga hechicera retorcida y torpe, Luigi y Mario son dos estereotipos ambulantes de la tanada, y la Princesa es menos sumisa de lo que uno podría anticipar. La historia es simple – bien como para chicos con edades de un dígito… y para adultos que crecieron jugando a las consolas a estos juegos durante años – y no tiene demasiado sentido. ¿Por qué este universo está lleno de niveles y tuberías? ¿Por qué se puede acceder a él desde las cloacas de Nueva York?. Simplemente porque el libreto lo dice y porque el juego original estaba así diseñado.

Al menos Super Mario Bros entretiene en el sentido mas básico de la palabra. El drama del filme live action de 1993 fue intentar explicar la razón de todo, y acá eso es pasado olímpicamente por alto ya que, de todos modos, a la audiencia no le interesa. No se precisa ser un experto en el juego para disfrutar el filme, pero no esperen nada demasiado elaborado. Es simplemente una Propiedad Intelectual llevada a la pantalla grande con una gracia básica, pero no le llega a la altura de Sonic. Funciona, no ofende y no aburre, y eso – en este momento – es más que suficiente.