Super 8

Crítica de Gloria Kreiman - Bitácora de Vuelo

OCHENTOSO

Casi todo lo que haya ocurrido más de 20 años atrás (romances, costumbres, palabras, códigos, ropa, lugares) puede recordarse solamente de dos formas: como ridículo/inocente o con melancolía.

Super 8 reúne a ambas, pero logra ser una película que no es totalmente ridícula/inocente ni totalmente melancólica, sino una mirada afectuosa y de relegitimación a una época y un modo de hacer cine, con actuaciones impecables y prometedoras, así como efectos, guión, dirección y musicalización a la altura de sus responsables.

J.J Abrams y (su mentor) Steven Spielberg comenzaron su carrera cinematográfica filmando películas en súper 8, Spielberg nació en Ohio -donde transcurre la historia-, Abrams ganó un concurso similar al que el niño en el filme quiere ganar; pero los principales homenajes de estos directores/productores/guionistas no son a ellos mismos (que dicho niño-director no sea el protagonista-héroe es un indicio) sino a una era del mundo y del cine.

Por eso hay muchísimo de ET, hay muchísimo de todo lo que se ha visto en pantalla grande muchísimas veces, especialmente durante los ‘80. Pero como Spielberg es el creador de todo eso, no podemos decir que se trata de una copia, sino más bien de una reutilización semi-paródica, semi-nostálgica, ultra-cariñosa de recursos propios. Sólo por esta razón, se le perdonan los momentos previsibles, cursis y moralistas.

Super 8 reproduce muy bien los códigos éticos, estéticos, políticos, sentimentales y cinematográficos de los ‘70/’80; por lo que, si bien los más chicos pueden “engancharse”, es más una película treintañera. Gran guiño a esto: las dos veces de My Shorona, una de las canciones más recordadas de Reality Bites (Generación X), programadas por el gran Michael Giacchino, a quien además le reservaron el papel del policía Crawford.

Desde este prisma “ochentoso”, el filme ofrece una historia divertida y catastrófica, en la que se apela a remover no sólo un modo de narración “de antes” sino también sentimientos “de antes”: el sueño de todo chico de ser protagonista heroico de un hecho histórico preferentemente sobrenatural, la adrenalina de “gustar de” alguien y que “guste de” vos, la simpleza del amor basado en la admiración, la épica de filmar una película.