Super 8

Crítica de Damián Serviddio - Suplemento Espectáculos

En el verano de 1979, en un pequeño poblado de Ohio, un grupo de chicos está decidido a terminar su propia y caserísima película de zombies. Con sus cámaras de Super 8, una caja llena de maquillaje y un plan de rodaje acotado por el inicio de las clases y las imposiciones de los padres, deciden rodar durante las noches. En una de las tantas escenas previstas, la de la estación de tren se ve recompensada con lo que a ellos les encanta llamar “valor de producción”: una extensa formación se aproxima y la misma será utilizada para enaltecer la acción dramática. Sin embargo, los chicos son testigos de una catástrofe y, tras salvarse de milagro, descubren que lo que presenciaron no fue exactamente un accidente. De allí en más, una carrera por descubrir la verdad y saber qué es lo que está produciendo extraños eventos en el pueblo se transformará en la aventura de sus vacaciones.

Desde su productora Bad Robot (quién no recuerda la vocecita de este personaje al final de cada uno de los episodios de “Lost”), el productor y director J.J. Abrams rescata lo mejor de “E.T”, “Los Goonies” y “Amigas para siempre” para regalarnos un relato plagado de homenajes a esos filmes que marcaron la infancia de varias generaciones. Descontando la excelencia de los efectos visuales creados por Industrial Light & Magic, la música de Michael Giacchino acompaña cada una de las desventuras de estos amigos, encarnados por Kyle Chandler, Joel Courtney, Gabriel Basso, Noah Emmerich y la actuación de quién se recorta por sobre el resto, Elle Fanning. A pesar de todos los logros alcanzados por Abrams, cabe destacar que una vez revelado el rostro de la criatura, se pierde algo de la magia creada, hecho similar a lo ocurrido en otra cinta del mismo productor, “Cloverfield”.