Sudor frío

Crítica de Ramiro Ortiz - La Voz del Interior

Jugo de tomate tibio

Si la película quiere meter miedo, la técnica del cineasta no debe fallar. Y en Sudor frío no falla. Por eso, empezar hablando de los talentos a cargo de la fotografía, el sonido y los efectos especiales de este filme argentino no es desubicado, y al espectador debería alentarlo que le comenten que además de entretenida, la historia está contada con mucho gancho visual y sonoro.

Esos son algunos de los engranajes artísticos que hacen caminar el cuento (de terror, en este caso). Otro punto muy importante es el elenco actoral, donde talento y popularidad conviven sin prejuicio, a veces en el mismo cuerpo. Facundo Espinosa (otrora visto en tiras televisivas de Pol-ka), Camila Velasco (chica Playboy y de sonado romance con un noble árabe luego del último rally Dakar), o los excelentes intérpretes a cargo de los roles de los asesinos.

Dos amigos, varón y chica, hacen tiempo al comienzo dentro de un auto, en la puerta de una vetusta casona de un barrio de la ciudad de Buenos Aires, esperando la salida de una segunda muchacha, que acudió al lugar tras cerrar una cita por chat.

La ansiedad empuja al dúo inicial a cruzar el umbral de la vivienda, y a encontrarse con un horror no imaginado por ellos allí dentro. Dos viejos represores de la dictadura argentina, entrampados por el tiempo y la locura, siguen recibiendo a incautas señoritas captadas a través de la Web, para someterlas a su herrumbrada pero todavía eficaz parafernalia de tortura.

Como tanto cine de este género, se trata de un filme rodado con poco presupuesto y muchas buenas ideas. En Estados Unidos estos estrenos usualmente ocurren en la época de vacaciones estivales, buscando satisfacer el apetito de un público con dinero volátil y en busca de divertimento (acierto comercial que en este país debería repetirse más seguido después de esta experiencia).

Aunque lo más suculento ocurre en un puñado de espacios cerrados o reducidos, los autores hacen un ingenioso uso de lo que encuentran a mano, y así, entre goteras y máscaras de oxígeno, mutilados, escaleras y pasillos descascarados, máquinas de escribir, botellas de ácido, relojes antiguos, tijeras y señoritas semidesnudas, se las componen para mantener captada la atención durante 80 minutos que parecen algunos menos.

Sudor frío es un fenómeno procedente del under pero que ha subido a la superficie. Asegura su director que es la primera película de terror nacional que se estrena a gran escala en los últimos 50 años. Es la primera, pero en el segundo semestre llega otra, rodada por varios del mismo grupo, y titulada Penumbra.