Sudor frío

Crítica de Daniel Castelo - ZonaFreak

Un par de represores de la última dictadura escondidos en un caserón de barrio. Un joven que busca a su novia. Un secuestro múltiple. Torturas, cuerpos regados por nitroglicerina, decapitaciones, y explosivos perdidos durante más de 30 años son los elementos con los que la producción nacional Sudor frío llega a las salas para poner un poco de terror argentino a la cartelera comercial.
Gran trabajo visual el que la gente de Paura Flics puso en juego para su primera producción en el circuito comercial luego de una nutrida trayectoria de films de género (algunos de culto en el ámbito local), con títulos de referencia como Habitaciones para turistas o No moriré sola.
El Make up del film es de alto nivel, sin nada que envidiarle a una producción mainstream de Hollywood. Además, un montaje prolijo, una fotografía cuidada, un trabajo de dirección de arte excelente, son los elementos que hacen de Sudor frío una película atípica para el cine argentino masivo, no solo por la calidad estética, sino también por el mero hecho de tratarse de un film de género, sangriento, con toques gore y una temática que incluye muertos vivos y los remezcla en un cóctel polémico, con el terrorismo de Estado de fondo como parte de la trama central. Toda una apuesta.
Sin embargo, el gran problema de esta producción es la forma en que está contada la historia (con puntos atractivos, ideales para ser desarrollados con soltura y potencia); enormes baches (sobre todo en los últimos minutos) que provocan una narración desordenada, que no logra sostenerse y que apela a clichés para intentar desbaratar los problemas del relato.
Por otro lado, el trabajo con los actores es débil, con el buen oficio de Facundo Espinoza en lo que respecta a su personaje, pero con un derrotero bastante pobre del resto, principalmente del plantel femenino, a pura teta y primer plano, pero nada más.

Sudor frío es un buen (nuevo) comienzo del cine de terror argentino en las salas masivas, pero con un pulgar para arriba solo dirigido a la factura técnica, esa que siempre paga la apuesta entre los seguidores del género, pero que, en términos de justeza cinematográfica, es apenas un aliciente para un todo al que le faltó una vuelta más de rosca para cumplir el cometido de ser la buena película que esperábamos ver.