Sucker Punch: Mundo Surreal

Crítica de Ulises Picoli - Función Agotada

Atrapado sin Salida

Recordando otra película de encierro en una clínica psiquiátrica en donde Jack Nicholson se lucía (si, es exagerado, si, es "Jack", por fortuna) y viendo esta película de otro excesivo, en este caso Zack Snyder, uno no puede más que extrañar a Milos Forman, a la enfermera Ratched y a ese excesivo Jack.

Porque este Zack cebado es incoherente, es puro reflejo, es una sombra de aquel que deslumbró en una de las mejores remakes realizadas (El amanecer de los Muertos) y que había cumplido gratamente con la tarea de trasladar ese clásico llamado Watchmen.

Ok, estaba ahí también La leyenda de los Guardianes, una película que solo él sabe porque hiz$. Y estaba 300. Esa fue la primera señal. Pero como había un lacónico cómic detrás no se vio lo que aún se ocultó mejor en Watchmen, porque claro, ahí había una gran historia.

Es que al parecer Zack no tiene mucho para contar realmente. Teniendo la oportunidad de crear su mundo, de no sujetarse a la historia que otro había inventado eligió crear un revuelto de imágenes cool. Pero sin coherencia, sin un hilo argumental con algo de lógica. Es en la narración donde Snyder falla ostensiblemente, uno nunca se siente interesado por lo que sucede en su Sucker Punch, si un personaje muere o no, es lo mismo, nunca nos vinculamos con ellos.

Quizás lo peor es que no solo la narración es fallida sino que además lo es el rubro que era su "truco", el visual. El film se enreda en su cámara lenta, en sus imágenes supuestamente sofisticadas (tan sofisticada como una pintura generada por computadora) y en su pastiche CGI. La experiencia Sucker Punch fue ver caer (en cámara lenta) el holograma de un elefante.

La historia va de una joven que cae injustamente en un psiquiátrico y del cual desea escapar. Hasta ahí todos contentos, fenómeno, son lindas las películas de fugas. Pero lo que sucede es que ya dentro del lugar saltamos dentro de otro mundo (en donde el psiquiátrico es un cabaret), y de allí como si fuera poco (Nolan agarrate, te plagiaron) entra en otro que es donde se desarrollan los combates virtuales... porque cuando ella baila dentro de su segundo delirio, hipnotiza a la gente, si, eso.

En ese último mundo existe una especie de guía/sensei que le da pautas de lo que debe hacer (no pegunten de donde salió) interpretado por Scott Glenn y que está para tirar frases supuestamente (otra vez) geniales. La primera batalla es con samuráis gigantes, la segunda con soldados nazis resucitados. Y ahí es donde duele realmente. Porque luego de la tercera pelea con un dragón en un castillo Snyder se queda sin ideas (¿había tenido alguna hasta ese momento? Samuráis, catanas, nazis, orcos..). Porque el cuarto enfrentamiento, en un tren con robots, es insoportable y confuso, y recontra-re-ralentizada... después solo queda ver como se resuelve la historia con los "actores" que hasta ese momento nunca habían importado y que no habían aportado carnadura ni empatía.

Cierto, al final hay una vuelta de tuerca y peor, ver a los personajes (a los que nunca les había importado demasiado lo que sucedía en el psiquiátrico) pasar por una crisis existencial para convertirse en personas concientes, sensibles y responsables.

Pero además (¡Si! ¡Hay más!) Zacky (como le dicen en el barrio) concluye la película con una lección de vida. ¡Esta todo por computadora! ¡Es una realidad virtual! ¿Me lo tenía que tomar en serio?

De la película solo queda una sumatoria de imágenes grises y falsas que, pensándolo bien, son su mejor resumen.