Sucker Punch: Mundo Surreal

Crítica de Santiago Armas - ¡Esto es un bingo!

Fantasías de un nerd

¡Ay Zack Snyder! Ya no sabemos qué hacer con vos. Bah, en realidad los que se están preguntando eso son los ejecutivos de Warner Brothers, que después de la plata que les hiciste llover con 300, te dieron rienda suelta para que hagas lo que se te cante. Primero te la jugaste llevando al cine la inadaptable novela gráfica Watchmen, con resultados dispares (respeto tu fidelidad al material original, aunque le erraste con el tono buscado por momentos) y ahora te concedieron el capricho de que hagas “tu” película, que te la juegues con un proyecto personal salido de tu propia imaginación. ¿El resultado? Este mutante llamado Sucker Punch.

Ahora, entre nosotros: hay algo que está claro, y es que Snyder es un gran creador de imágenes y no hay un segundo en Sucker Punch que no tenga su firma. Cada plano está pensado estéticamente al detalle; es casi como ver una serie de storyboards animados moviéndose constantemente. El problema es que Snyder, al pensar más como dibujante de comics que como director de cine, se preocupa más por lo que rodea al cuadro que lo que contiene el cuadro en sí. La historia es la de Babydoll, una adolescente abusada por su padrastro que luego de matar accidentalmente a su hermana menor va a parar a un hospital psiquiátrico. Allí, con la ayuda de cuatro compañeras ideará un plan para escaparse, no sin antes robar cinco objetos que facilitarán su liberación. Parece sencillo de explicar, de no ser porque el amigo Snyder cree que la mejor manera de mostrar esta liberación es a través de la imaginación de la protagonista, que se ve a sí misma como una guerrera salida de un manga (dale Zack, admití que de chico te masturbaste viendo Sailor Moon) y que junto a sus amigas lucha contra robots samurais, zombis nazis, orcos, dragones y cualquier otro monstruo salido de la cabeza de un freak con mucho tiempo jugando con su Nintendo. Voy a reconocerlo: como autodeclarado nerd que soy reconozco que disfruté algunos de los delirios visuales, que mezclan la sexualidad fetichista de comics tipo Heavy Metal con el ralenti propio del videoclip (la banda sonora tiene covers de Pixies y Queen) y la narración a modo de niveles de un videogame. Pero ese disfrute es superficial, porque a Snyder poco parece importarle el sentido o la conexión que dichas fantasías tienen con la historia principal, y simplemente son una excusa para volver a lanzar toda su parafernalia pop hacia el espectador. Todo muy súper cool y colorido, pero cuando más allá de las luces, las chicas con ametralladoras, los monstruos y los ralentis no hay casi nada más, el interés de uno dura lo que un videoclip o una viñeta de comic. Ok, lindo. ¿Qué sigue?

Los caprichos de un director tienen su costo a veces. Por cada Donnie Darko hay un Southland Tales. Lo mismo pasa con Matrix con sus secuelas y con Brazil y Los Hermanos Grimm. Ahora a Snyder le toca hacer la nueva de Superman. ¿Dejará de lado sus fantasías nerds o las reforzará al máximo? Por el amor que le tengo al hombre de acero, espero que sea lo primero.