Sublime

Crítica de Pablo O. Scholz - Clarín

Sublime trata sobre una relación de a dos. Dos amigos, que, en plena adolescencia, tal vez no sean las palabras se sorprenden, pero descubren que hay algo más que ese afecto entre ellos.

La opera prima de Mariano Biasin es un coming of age, una película en la que crecer de golpe tiene sus efectos, en el que sus protagonistas, Manuel (Martín Miller) y Felipe (Teo Inama Chiabrando) comparten miedos y esperanzas. Martín tiene 16 años y podemos imaginar que presiente o sospecha que su vida va a tener un cambio. Y un giro a esa edad marca probablemente para siempre.

¿Y si el vínculo que cultivaron de chicos, como se ve en aquel video casero de un cumpleaños, se quiebra? ¿Qué les queda?

Les queda la vida por delante, pero Sublime se queda allí, en la playa, en la costa, donde transcurre buena parte de esta historia intimista en la que las actuaciones de los jóvenes parecen espontáneas cuando no forzadas por algún texto medio dicho de prepo.

Manuel y Felipe tienen una banda de música, con otros amigos. Manuel demostrará sus temores, también ante el próximo show que darán en breve, y tiene charlas con su padre algo esclarecedoras.

El director Biasin, que previamente fue asistente de dirección de Las acacias e Invisible, de Pablo Giorgelli, y de Los sonámbulos y Mi obra maestra, deja que lo que cuenta sea lo más natural posible.

Elenco soporte
Coprotagonizada también por Javier Drolas -el padre del protagonista, y que asumía el personaje principal de Las buenas intenciones, película con la que Sublime comparte, tiene muchos puntos en contacto y no solamente en su estilo-, otros rostros conocidos son los de Marcelo Subiotto y Jorge Sesán.

Tras su paso por distintos Festivales, como Berlín, Biarritz, San Sebastián, Seattle, San Francisco y recientemente en el de Mar del Plata, Sublime tiene algo del cine de Giorgelli, por su mirada, sus tempos y su necesidad de contar algo que tal vez no sea urgente, pero que para sus protagonistas es siempre necesario.