Steve Jobs

Crítica de Paraná Sendrós - Ámbito Financiero

Jobs aún no encuentra un biógrafo convincente

"Steve Jobs", biopic del gran empresario del mundo digital, viene con atraso. La idea era filmarla en 2012 con Christian Bale dirigido por David Fincher, pero la financista mayor se retiró del proyecto. Cuando pudo concretarse, ya se habían hecho doce películas sobre el mismo sujeto, entre ellas la apologética "Jobs" y el duro documental "The Man in the Machine", que denuncia varias crueldades del cofundador de Apple.

Para justificar su demora, y su existencia, la nueva película debía matarles el punto a todas las anteriores. ¿Lo logra? A nivel actoral, hay un calificado trabajo de Michael Fassbender, el actor serio de moda, respaldado por Kate Winslet (la fiel directora de marketing), Seth Rogen (Steve Wozniak, verdadero creador de los aparatos), Jeff Daniels (el Ceo John Sculley, su figura paterna dentro del negocio), Michael Stuhlbarg (el despreciado Andy Hertzfeld). Pero la historia resulta falsa para los conocedores, confusa para los neófitos, demasiado hablada para todos, y encima tiene un final bastante cursilón.

El director y dinamizador es Danny Boyle. Bien pero nada notable. El guionista, Aaron Sorkin, el de aquel biopic de Mark Zuckerberg llamado "La red social". Acá, para retratar al visionario de la Macinstosh, la iMac, la NeXT, el iPhone, el iPad, el iPod, etc., Sorkin se apoya en el libro de Walter Isaacson autorizado por el propio Jobs. Es natural entonces que el personaje quede bien parado, como un tipo sensible, aunque a todo lo largo se muestre insoportable.

Lo interesante, al menos en teoría, es la estructura del guión, organizado en tres actos (1984, 1988, 1998) correspondientes a las respectivas presentaciones públicas de tres modelos de computadora, las tres contadas totalmente "a la Hollywood". En esos actos, matizados con curiosos saltos narrativos y flashbacks que van y vienen sin previo aviso, se ilustran con rapidez los modos gerenciales del personaje, trasfondos comerciales, arranques geniales, destratos laborales, discusiones varias y el ninguneo a los verdaderos inventores que lo rodeaban y a la propia hija natural, a quien sólo empezó a considerar cuando advirtió su inteligencia.

La madre de la niña parece un parásito reclamando alimento. La esposa legal y los tres hijos ni se mencionan. Lo del padre biológico apenas se sugiere. Lo mismo, las posibles crisis internas de ese gran vendedor que proclamaba "me senté en el garage e inventé el futuro", mientras el amigo se las ingeniaba para concretar sus ideas. El asunto es rico, el personaje es complejo, pero todo queda en la superficie, una superficie abarrotada. Falta todavía la película definitiva. Y volver a las fuentes: "Edison, el hombre", de Clarence Brown, con Spencer Tracy, 1940, sobre una figura similar de la industria norteamericana, abarcaba más, tenía claridad, hondura humana, y, sobre todo, emocionaba. Ésta simplemente cansa.