Starlet

Crítica de Pedro Squillaci - La Capital

El truco de la soledad

La soledad suele ser la peor compañera, pero a veces, como en “Starlet”, es la excusa ideal para formar un vínculo. Jane tiene 21 años y un perro que adora, Starlet, que en principio es lo único que ama en su vida. Su mundo es vacío, con amigos sin proyectos y con la droga como parte del asunto. Su trabajo se asocia a la pornografía, en un submundo en donde también habita como Melissa, una compañera de ruta con quien comparte departamento. La vida de Jane cambia cuando le compra un viejo jarrón a Sadie, una anciana malhumorada de 85 años. Es que en ese jarrón encontrará 10 mil dólares escondidos, y es a partir de ese momento cuando nada volverá a ser como antes. El director Sean Baker aprovechó al máximo la expresividad gestual de Dree Hemingway (hija de Mariel y bisnieta de Ernest, el consagrado escritor), para pintar a Jane, una joven que parece andar por la vida sin ninguna mochila a cuestas. Pero el hallazgo de la película no es sólo el rol de esta bella actriz debutante sino la lograda performance de Besedka Johnson, que también debutaba con”Starlet” y falleció este año. La película respira ese aire distendido mixturado con lo caótico, hasta que aparece el extraño vínculo de la veinteañera y la anciana, raro sí, pero verdadero. El vacío de esa mujer hosca y distante choca con el mundo de Jane. Hasta que de a poco los cortocircuitos irán cediendo. El filme participó en el último Festival Internacional de Cine de Mar del Plata, en la competencia oficial, y fue una buena oportunidad para conocer la estética de Sean Baker que, por momentos, tiene algunos puntos de contacto con la impronta que ofrece el cine de Sofia Coppola. La soledad desespera, sí, pero hay encuentros que no son simple casualidad. Por algo, Jane y Sadie, se cruzaron en un mismo camino.