Starlet

Crítica de Diego Serlin - Todo lo ve

Este nuevo film del director Sean Barker, cuya temática y estética lo ubican en ese cine independiente americano que deja algo más luego de verlo, centra la historia en la relación de amistad que una joven establece con una mujer casi sesenta años mayor que ella.

En una venta de garaje, una joven compra un termo y descubre en su interior una importante suma de dinero, pero no logra decirle la verdad a la dueña y siente la necesidad de acercarse a ella entablando una relación que comienza con desconfianza pero que poco a poco va floreciendo y ocupando el lugar de lazos familiares perdidos por ambas mujeres.

Con un buen manejo del tiempo narrativo, Baker nos introduce en el mundo de unos post-adolescentes, que no se sabe muy bien de qué viven y pasan la mayor parte de su tiempo drogados frente a una consola de videojuegos, para luego centrarse en la relación de la joven con la anciana, donde todo sigue el camino de lo sutil, de lo oculto pero buscando la intimidad de ambas protagonistas.
El relato recién comienza a desplegar explicaciones pasadas la mitad de la película, donde una escena servirá para comprender ciertos rasgos de la personalidad de la joven protagonista y develar las peculiaridades de un negocio muy particular.

Dree Hemingway (la modelo publicitaria biznieta del escritor que hace su debut cinematográfico) logra componer con total naturalidad a esa hermosa joven frívola, que rara vez abandona ese limbo de superficialidad publicitaria que recubre su andar, pero también dulce y carismática que dejara ver sus carencias afectivas.
Mientras que Besedka Johnson, quien también debuta en la actuación, compone a esta anciana de mal carácter y antisocial que con las mismas carencias de la joven logra la identificación del público.

Más allá del disparador inicial del vínculo (tarda en volverse verosímil hasta que la para la policía), las actuaciones creíbles y la frescura de los diálogos hacen de Starlet” un film interesante, que repara en la soledad, la necesidad de afecto, las ambiciones (o carencia de ellas), amistades y egoísmos que van más allá de las diferencias generacionales.
Con una mirada que no juzga nunca a sus personajes, pero que retrata una post adolescencia americana, banal, carente de objetivos y preocupada por los cinco minutos de fama y dinero logradas con el menor esfuerzo, cualidad genérica expandida en general por el exitismo del Realty show en todo el mundo actual.