Star Wars: Los últimos Jedi

Crítica de Martín Pérez - DiarioShow

El equilibrio llegó a ambos lados de la Fuerza

"Los útlimos Jedi" es la continuación de "El despertar de la fuerza", la primera entrega de una nueva trilogía de Star Wars. Lo más destacable del film es su capacidad de mantener el ritmo de principio a fin.

Hace dos años, “Star Wars” regresaba con el inicio de una nueva trilogía, que continuaba la saga que cronológicamente terminó con Episodio VI, también conocido como “El retorno del Jedi”. “El despertar de la fuerza”, de 2015, transcurría treinta años después de la destrucción de la segunda Estrella de la Muerte, en el que la Primera Orden buscaba el poder absoluto con el líder Supremo Snoke y el ejecutor Kylo Ren (Adam Driver), villano que es nieto de Darth Vader e hijo de Han Solo y la princesa Leia.

“El despertar de la fuerza” se refería a que, a pesar de que los Jedi estaban extintos -teóricamente-, la energía que une y equilibra al mundo todavía estaba presente en algunos seres, y se presentaba a la huérfana Rey (Daisy Ridley), como una potencial Jedi. Ella se une a Finn (John Boyega), un stormtrooper desertor y conocen al capitán Poe Dameron (Oscar Isaac), que los une a la Resistencia liderada por la Generala (no más princesa) Organa (Carrie Fisher).

“Episodio VII” finaliza con Rey en búsqueda de Luke Skywalker (Mark Hamill), para que la ayude a entender qué hay detrás del poder que posee. Y “Los últimos Jedi”, es decir Episodio VIII, comienza con ese vínculo entre Rey y Luke, que debería ser una secuencia de entrenamiento pero se transforma en algo más oscuro y reflexivo con el correr de las escenas.

En tanto, la Resistencia debe escapar de las naves de la Primera Orden que halló la forma de encontrarlos rápidamente mientras viajan por el hiperespacio. Por ello, Finn junto a un nuevo personaje, Rose (Kelly Marie Tran) irán en búsqueda de un hacker mercenario (Benicio del Toro) que es capaz de descifrar códigos necesarios para evitar que la Primera Orden los siga ubicando con facilidad.

En tanto, Kylo Ren emprende la búsqueda de Rey y de Luke, para terminar para siempre con los únicos bastiones Jedi de la galaxia. En ese camino, seguirá con bastante introspección sobre su pasado y su futuro.

Si la transformación de Anakin (luego Vader) al lado oscuro tenía sus conflictos morales con respecto al poder, Kylo también los posee por el linaje (madre) y los principios (padre) que heredó y se le presentan aunque no lo quiera. Con una duración de 160 minutos, lo más destacable de “Los últimos Jedi” es su capacidad de mantener el ritmo de principio a fin. Incluso en los momentos reflexivos de sus personajes principales, la estructura elegida para narrar la historia hace que cada fotograma valga la pena.

También funciona en forma óptima la renovación de personajes, algunos más comprometidos que otros, pero Del Toro, Tran y Laura Dern (que interpreta a la vicealmirante Amilyn Holdo) refrescan la pantalla. Del “lado luminoso de la fuerza”, se destaca en la historia y las subtramas todo lo debatible respecto de la construcción de la identidad (Kylo y Rey) o en las formas en las que se utiliza el poder y sus consecuencias (Luke y Poe).

Yendo al “lado oscuro”, debe reconocerse que para llegar a esas dialécticas, el guión se vale de esquemas que ya vimos, dando la sensación de que vemos una mezcla de “El Imperio contraataca” con “El retorno del Jedi”.