Star Wars: Los últimos Jedi

Crítica de Ignacio Andrés Amarillo - El Litoral

“STAR WARS: EPISODIO VIII LOS ÚLTIMOS JEDI”

Una nueva esperanza

Ignacio Andrés Amarillo

iamarillo@ellitoral.com

El “Episodio VIII” es al mismo tiempo una clásica “película del medio” de “Star Wars” y un punto de quiebre. “El despertar de la fuerza” (la anterior entrega, primera de la tercera trilogía) era en buena medida una apelación a la nostalgia, mostrándonos a los viejos héroes (Luke, Han, Leia y algunos compañeros de andanzas) atravesados por el tiempo. También introdujo a la nueva tríada de héroes, pero en un contexto familiar; el argumento general se movía en territorios reconocibles: los restos de las fuerzas del Imperio se convirtieron en la ascendente Primera Orden, los buenos volvían a pasar a la clandestinidad, y el objetivo final era volar un arma de destrucción estelar masiva. Pero el final ya pintaba más sombrío que el del “Episodio IV”, y la introducción de Kylo Ren insinuaba nuevas batallas interiores.

“Los últimos Jedi” (así se tradujo, pero en el original inglés juega la ambigüedad con “El último Jedi”), como dijimos, viene a cambiar las cosas. En primer lugar, el mundo (éste, el “real”) cambió, y el despliegue visual no sorprende como en 1977 ni como en 1999: tiene que estar, pero no puede ser el eje de la sorpresa (además, ya la entrega anterior nos sacó el gusto por volver a ver la imaginería de la saga). De todos modos, están las persecuciones, las hazañas de los pilotos, el portento de las batallas y hasta una vistosa pelea de lightsabers (la guardia de Snoke son los comparsas enmascarados que mejor pelean en la saga).

Si la sorpresa no está allí, la buena noticia es que el asombro viene de los giros argumentales (el estreno de “Rogue One”, precuela lateral del “Episodio IV”, fue también una piedra de toque para el tono de la saga). Es por esto que dijimos más arriba que esta entrega plantea un cambio en la narrativa. Muchos tópicos de la franquicia son desmontados: desde la primera reacción de Luke ante Rey (retomados donde se los dejó en la cinta precedente), esta entrega está plagada de “desilusiones” para visitantes de foros, blogs y canales de YouTube sobre “Star Wars”.

Contrapuntos

El comienzo nos pone desde las letras amarillas en fuga en un clima al estilo de “El Imperio contraataca” (a la que rinde homenajes): la Primera Orden ha descubierto la base de la Resistencia y planea su extinción; la general Leia Organa lidera la evacuación, con Poe Dameron encabezando la proyección del repliegue. Finn se recupera sólo para descubrir que están en problemas, y debe alejar a Rey de volver allí. Y Rey sigue en su viaje formativo al ancestral planeta Jedi de Ahch-To, con la intención de que Luke se convierta en su maestro.

Así se arman las líneas argumentales cruzadas de cada uno de los miembros del trío, y sus contrafiguras. Poe debe lidiar con los deberes de un líder militar y sus decisiones, lo que lo pondrá en tensión con Leia y la vicealmirante Haldo. Finn encabezará un plan de escape (la Primera Orden los tiene rastreados aun en el salto hiperespacial) junto a Rose Tico, una segundona operaria de la Resistencia, de las que siempre miraron a los héroes desde afuera, y el misterioso DJ. Y Rey tendrá en principio que lidiar con un renuente Luke, en la forma en la que él mismo insistió a Obi Wan Kenobi en el pasado (R2-D2 se lo recuerda claramente), al tiempo que su conexión con Kylo se acrecienta.

No desplegaremos aquí más información sobre la historia, para tranquilidad de quienes no vieron la película. No obstante, diremos que muchas de esas ideas arriesgadas que los héroes épicos no funcionan o tienen costos elevados, o se basaban en falsos supuestos, o juegan al límite de la suspensión de la incredulidad; que los foristas que debatieron sobre el pasado y el rol del Líder Supremo Snoke, o sobre el linaje de Rey, se llevarán alguna sorpresa; que el humor es más sombrío que en la saga central (“Rogue One” ya nos había introducido en el clima de los bastardos sin gloria de este universo). Y que el final es especialmente épico, con referencias para todos los gustos: la forma de la puerta en la montaña (recuerda a la entrada a Moria en “El Hobbit”), el clima de duelo (un atardecer con estética de western) y la vuelta al origen (el atardecer con el “Tema de la Fuerza” de John Williams de fondo).

Sí, podemos reflexionar un poco y ver cómo Rian Johnson (director y guionista, que se pone al hombro el episodio bajo la atenta mirada de J.J Abrams, el George Lucas de la era Disney; algunos plantean posibles tensiones creativas, pasadas o presentes) explora el conflicto entre Kylo y Rey. Unidos por un lazo que atraviesa el espacio, atravesados por chispazos de tensión sexual (parece que varios a lo largo de esta trilogía mirarán con cariño a Rey, que será especial pero no de madera tampoco), juegan su propio ajedrez a lo largo de la trama.

Si la Fuerza planteó su tensión entre los lados oscuro y luminoso en la persona de Anakin Slywalker/Darth Vader, aquí la resolución parece más exterior. Anakin tuvo su tentación, caída y redención (y quizás ese sea el eje de los primeros seis episodios), Luke tuvo su propia andanada de ofertas hacia el Lado Oscuro. Ahora “la grieta” se afianza: Kylo y Rey se invitan respectivamente al Lado Oscuro o al Luminoso, pero están demasiado jugados y quizás la resolución tenga que ser maniquea y a la antigua.

Rostros viejos y nuevos

El cartel lo encabezan con justicia Mark Hamill y la extinta Carrie Fisher (a quien está dedicada la cinta): el primero le encuentra un clímax al papel de su vida, y la segunda descubre profundidad en el personaje que hizo cuando era una muchachita. Luke y Leia crecieron dentro de ellos, y sus versiones mayores tienen ese espesor.

De los nuevos protagónicos, Daisy Ridley se lleva las palmas: tiene a su cargo el arco argumental más espiritual, sin dejar de ser una bonita heroína de acción en descontracturados pantalones pescadores. Del otro lado, Adam Driver larga su lado más bestial como Kylo Ren, aunque enigmático ya desde sus particulares facciones.

Oscar Isaac es un actor de cierto fuste, que emplea para brindarle a su Poe Dameron la densidad en torno a sus decisiones, y crea la química particular con la vicealmirante Holdo encarnada por Laura Dern: su vestido elegante y pelo colorido -propios de una capitolina de “Los Juegos del Hambre”- esconden a una líder y heroína, todo lo que Poe sueña ser.

John Boyega tiene sus momentos, pero se maneja con soltura ya que el arco de Finn es el de la aventura más pura. Su compañera es Kelly Marie Tran como Rose, un personaje medio pelotazo pero que saca de allí su gracia. A ellos, se les suma Benicio del Toro como DJ, un personaje que el mexicano hace de taquito, con una estudiada tartamudez (es de esperar que tenga revancha, ya que llamaron una figura para el rol).

Amanda Lawrence aporta cierta gracia extraña a su comandante D’Acy, una militar firme tras un rostro algo loquillo. Domhnall Gleeson hace un general Hux un poco esquemático, como los nazis de las películas viejas, pero hay cierto regodeo en eso: quizás porque resalta a Kylo Ren, o para mostrar que esto es la versión decadente del Imperio, sin un Wilhuff Tarkin. Gwendoline Christie vuelve a ponerse bajo la máscara de la capitana Phasma, sin aportar mucho más que su porte imponente.

Andy Serkis tiene más tiempo en cámara como Snoke esta vez, aunque su participación se vuelve lateral. Lupita Nyong’o ocupa un lugar destacado en la lista, y Maz Kanata sólo tiene segundos en pantalla. Cabe destacar también los regresos de Anthony Daniels (siempre dentro de C-3PO desde 1977) y Frank Oz (la voz de Yoda desde siempre y responsable de su marioneta en tiempos más analógicos). En contraste, Peter Mayhew abandonó la piel de Chewbacca (se la puso Joonas Suotamo). Como dato de color, y continuidad de esta familia de Star Wars, creció en metraje el rol de Billie Lourd (hija de Fisher) como la teniente Connix, una muchacha voluntariosa con rodetes.

Las cartas están bastante echadas para el encuentro final. “Deja que el pasado muera. Mátalo, si es necesario”, le dice Kylo a Rey, que no parece muy convencida. Quizás porque su voluntad es refundacional pero sobre las bases de las mismas peleas de siempre. Ése quizás sea, como rezaba el título del “Episodio IV”, el camino para encontrar “Una nueva esperanza”.

* * * *

Muy BUENA

“Star Wars: Episodio VIII Los últimos Jedi”

“Star Wars: Episode VIII The Last Jedi” (Estados Unidos, 2017). Guión y dirección: Rian Johnson, sobre personajes creados por George Lucas. Fotografía: Steve Yedlin. Música: John Williams. Edición: Bob Ducsay. Diseño de producción: Rick Heinrichs. Elenco: Mark Hamill, Carrie Fisher, Adam Driver, Daisy Ridley, John Boyega, Oscar Isaac, Andy Serkis, Lupita Nyong’o, Domhnall Gleeson, Anthony Daniels, Gwendoline Christie, Kelly Marie Tran, Laura Dern, Benicio Del Toro, Frank Oz, Billie Lourd, Joonas Suotamo, Amanda Lawrence. Duración: 150 minutos. Apta para mayores de 13 años. Se exhibe en Cinemark.