Star Trek: sin límites

Crítica de Rodolfo Bella - La Capital

Un clásico que se renueva sin perder su esencia

Conservando su épica, la saga tiene, además, dosis de humor y una atmósfera pop que la acercan a los espectadores de la serie original.

El equipo de guionistas renovó el aire de la Enterprise. Conservando su épica, con la misma fluidez narrativa y una acción sostenida, esta tercera parte de la saga "Star Trek" relanzada en 2009 tiene, además, dosis de humor y una atmósfera pop que la acercan a los espectadores de la serie original, cuyo 50 aniversario se cumplió el jueves pasado y que se conocía como "Viaje a las estrellas".

"Star Trek. Sin límites" no intenta competir con las muy buenas anteriores entregas dirigidas por J.J. Abrams ("Star Trek", 2009; "Star Trek. En la oscuridad", 2013) y quien ahora se reservó el rol de productor. Al contrario, las acompaña y complementa, al tiempo que genera complicidad y empatía sobre unos personajes conocidos y un conflicto que en líneas generales no difiere de las dos anteriores.

En esta ocasión, como "En la oscuridad", se trata de la aparición de un arma de destrucción masiva que cae en las manos equivocadas. Se trata de un villano interpretado por Idris Elba y que acercará hacia el final, la primera sorpresa de esta nueva aventura. La trama avanza veloz entre planetas y asteroides, precedida por un relato en off que hace una breve y por momentos cómica referencia a cómo es la convivencia y la vida diaria de la tripulación, entre gadgets sofisticados, viajes interminables y gravedad artificial.

El nuevo director, Justin Lin, y los guionistas, entre ellos el actor Simon Pegg, a cargo del personaje de Scotty (el mismo intérprete de Benji en "Misión imposible"), se dieron el gusto de aggiornar una serie de culto de los 50 sin vulnerar el recuerdo de los fans ni el sentido original de entretenimiento genuino de las dos películas anteriores dirigidas por Abrams, mientras destacan los valores y la cohesión de ese grupo que se dedica a explorar el espacio y a hacer diplomacia intergaláctica, aunque no siempre sean bien recibidos.

En el medio hay tiempo para un homenaje a Leonard Nimoy, el histórico Señor Spock, fallecido el año pasado. También para profundizar en la relación de complementariedad entre el valiente Capitán Kirk, interpretado por Chris Pine, y el reflexivo Spock; para ver los tímidos avances del romance entre el vulcaniano de las orejas puntiagudas y la teniente Uhura; para enterarse de la vida privada de Sulu, uno de los pilotos estrella de la nave más famosa de la historia que marca una innovación en los estándares de esta ficción, y para sumar un nuevo personaje, la aguerrida Jaylah, digna candidata a ser parte de la tripulación.