Star Trek: sin límites

Crítica de Alejandro Franco - Arlequin

Debo admitirlo: hay números que acabo de enterarme y que me espantan. Que los filmes de la nueva saga de Star Trek cuesten 150 millones de dólares y apenas recauden el doble me parece un disparate, una apuesta jugadísima de los productores en donde los costos no se condicen con el riesgo y las escasas ganancias obtenidas. Para que tengan una idea, un filme Star Trek recauda casi lo mismo que uno de la saga de Jason Bourne, el cual sólo tiene como gasto locaciones y una pistola de utilería. Quizás las ganancias pasen por las rentas y las ventas de DVD porque, a simple vista, producir un filme Star Trek es un negocio poco redituable.
Es posible que ese escenario haya animado a los productores a dar un golpe de timón para intentar convertir a Star Trek en algo mas de masas. Star Trek siempre fue ciencia ficción pensante pero la era marcada por el reboot de J.J. Abrams parece definida por el efectismo - visual, de ideas -, el cual es mucho mas hueco de lo que uno piensa. El último paso en ese proceso de castración, despojamiento y standarización de la saga es el reclutamiento de un preciosista visual como Justin Lin (responsable de los últimos filmes de la saga Rápido y Furioso) para comandar la última entrega de la franquicia. Visualmente Star Trek Sin Límites es mucho mas espectacular que las entregas anteriores, y tiene acción de principio a fin; el problema es que las ideas brillan por su ausencia, y el plan del villano es tan genérico como anónimo.

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Aun con su defecto de querer ser pasatista (y traicionar la matriz que Gene Roddenberry le imprimió a toda la franquicia), hay que admitir que algunas cosas de Star Trek Sin Limites funcionan de manera excelente. Por primera vez siento que la troupe de actores funciona de manera aceitada (en especial el trío central de Kirk, Spock y McCoy, lo cuales logran atrapar la gracia de los intérpretes originales aunque en sus propios términos), y la Enterprise es representada con una gracia visual sin precedentes. El problema, claro, es el síndrome del personaje adorable que suele empapar a los filmes hollywoodenses: cuando un caracter es genial, es indudable que va a sufrir una muerte horrible dentro de un par de escenas (si toman tanto cuidado para que nos interese y su suerte nos resulte un shock, ¿por qué no invierten el mismo cariño en hacer interesantes al resto del cast, villano incluído?). Es lo que ocurre con la Enterprise la que, voilá, vuelve a estallar por los aires. Como ésta es la tercera vez que pasa en la franquicia (¿se acuerdan de En Busca de Spock y Generaciones?), termina resultando un recurso barato similar a lo que ocurre en el mundo del comic con las muertes de los superhéroes: la primera vez fue impactante pero después de aplicarlo un montón de veces - y de no ser un acto permanente, ya que héroes (y naves en este caso) resucitan después de 2 o 3 ejemplares / películas - ya aburre y carece de shock emocional. Al menos la saga de The Next Generation tuvo el buen tino de cambiar el diseño de la nave, siquiera para generar nuevo merchandising.

Hay que admitir que la cosa es entretenida y el cast desborda de humor y carisma (Simon Pegg es uno de los responsables del libreto). La macana es que el villano es genérico y ni siquiera el gran Idris Elba puede hacer algo despachando sus pobres líneas sepultado bajo toneladas de maquillaje. La recién llegada Sofia Boutella (Gazelle de Kingsman, el Servicio Secreto) es una gran adición con su humor literal y su garra para pelear, pero todo lo que viene del lado de los malos bordea lo incoherente (alerta spoilers). El por qué Elba ha mutado para convertirse en un alien feo que rejuvenece al chuparle la vida a sus victimas es un misterio, o por qué ha permanecido varado tanto tiempo en el planeta fantasma aún cuando tenía toneladas de naves - atrapadas con su tecnología de enjambre - listas para reciclar y usar es otra incógnita. E incluso el combate final en las exclusas de aires resulta imposible de seguir (¿no estaban dentro de un tubo?¿cómo es que aparecieron Spock y McCoy en el medio?), y arruina la efectividad del climax (fin spoilers).

Star Trek Sin Limites es una pelicula menor de la saga. Se parece a las entregas mas pobres de la etapa Shatner, ésas donde la historia era boba y sobrevivía gracias al impecable carisma del cast. Acáa ocurre lo mismo, con la diferencia que hay efectos visuales espectaculares y algunas escenas de acción son formidables. En todo caso es un postre grande, apetitoso y hueco, el que deleita mientras dura pero no deja sabor duradero en la boca.