Star Trek 2: en la oscuridad

Crítica de Ramiro Ortiz - La Voz del Interior

Buenas noticias para los fans de Viaje a las estrellas, también conocidos como "trekies". La saga sigue en manos de J.J. Abrams y el director volvió a hacerlo bien. Muy bien. Tan bien, que le asignaron el próximo capítulo de otra exitosa saga espacial: La guerra de las galaxias, que saldría al ruedo dentro de dos años.

Pero no es momento del viajar al futuro en esa dirección, sino en la que quiere esta nueva entrega de las aventuras del capitán Kirk y su tripulación. Un Kirk cuyo coraje y rebeldía -generalmente reprendida por sus superiores-, un día le sirve para salvar otra vez al planeta Tierra.

En esta oportunidad, será enfrentando a otro humano, un experimento genético que acaba de salir del congelamiento y quiere tomar venganza. Un enemigo de cuidado porque es más inteligente y fuerte, y porque juega con el peligro inminente de desatar una temible guerra entre nuestra raza y los klingons, los peores vecinos de la galaxia.

Qué decir del filme. Primero, que sus realizadores han sintetizado lo espectacular y lo dramático en un solo átomo. La película hace durante más de dos horas un camino vertiginoso que en una curva roza el romance, luego entre en un túnel de acción cuerpo a cuerpo, más tarde asoma a la superficie para volar en imágenes catástrofe, y unos minutos más tarde está otra vez jugando con las ideas del espectador acerca de la moral, la amistad o el sacrificio por el prójimo.

El torbellino exige alta concentración para no perder el hilo de la historia, y ese puede ser un pequeño defecto, pero es tanto lo que el filme ofrece a otros niveles que puede pasárselo por alto sin ningún problema. Y es que, sobre todo, Star Trek: En la oscuridad, brinda algo que no se siente a menudo en el cine y que se llama mística. El filme de Abrams se salpica con ella, al explotarla con el dedo como si fuera pompas de jabón.

Otro punto a favor es que su contenido violento es bastante bajo, lo cual la emparenta un poco más con la serie original de Viaje a las estrellas, que se caracterizaba por su mensaje humanista. Más bien, la acción está generada por métodos más genuinos, y como ejemplo puede citarse la excelente secuencia en la que Kirk y su adversario Khan, circunstancialmente aliados, atraviesan a toda velocidad el espacio exterior, lanzados de una nave a otra, con la necesidad de acertar en una escotilla de tamaño reducido, mientras el espectador sabe que eso es virtualmente imposible.

Espectáculo con mayúsculas. Modelo de astucia para contar una historia. Hollywood en su máxima expresión. Producto de la industria de esos que hacen honor a la palabra "tanque", y unen lo que la crítica divide.