Star Trek 2: en la oscuridad

Crítica de Diego Curubeto - Ámbito Financiero

Gran reelaboración de la saga Star Trek

Luego de renovar la saga de "Viaje a las estrellas" con su original precuela "Star Trek: el futuro comienza", el director J.J. Abrams ahora logra hacer otra muy buena película, a pesar de no contar con elementos novedosos para describir los primeros pasos de los tripulantes del Enterprise cuando apenas estaban saliendo de la Academia espacial.

Ya habiendo ubicando temporalmente a los personajes años antes de su historia oficial es decir, la de la serie original de fines de la década de 1960- pero esta vez definitivamente fuera de la escuela de cadetes, Abrams se siente libre para reelaborar a gusto cualquier odisea espacial que enfrente la impulsividad del Capitán Kirk con la lógica vulcana de Spock.

Con muy buen ojo para elegir el material adecuado, el argumento de "Star Trek: En la oscuridad" apunta a volver a las fuentes de lo mejor de la serie y, sobre todo, la que podria ser considerada como la mejor película de la saga, "Viaje a las estrellas 2 : la ira de Kahn", dirigida por Nicholas Meyer en 1982. Aquel segundo largometraje volvía al vengativo personaje de Kahn siempre con Ricardo Montalban- años después de la acción narrada en el show televisivo, y ahora la producción número 12 de "Star Trek" para la pantalla grande revela detalles previos de esta historia que, por lo visto, aún daba para más.

Las revelaciones sobre los verdaderos orígenes de la ira de Kahn permite armar un gran homenaje a todos los elementos clásicos de "Star Trek", empezando por la siempre tensa pero inquebrantable y emotiva amistad entre Kirk y Spock, puesta a prueba desde el imperdible prólogo en un planeta de vegetación púrpura y palidos nativos primitivos a punto de ser borrados del universo por una explosión volcánica. Las increíbles imágenes de esta secuencia explotan en un 3D especialmente creativo y contundente dado que Abrams eligió filmar todo en formato IMAX para luego adaptarlño al sistema digital tridimensional método inédito hasta el momento, y probablemente sólo posible dado el impresionante presupuesto de la producción-.

Se entiende lo imposible de mantener el nivel del prólogo. Sin embargo, las más de dos horas de película incluyen un puñado de secuencias con el mismo impacto visual, alternados con momentos destinados a homenajear con humor, pero tambien auténtico aprecio, a cada elemento de esta mitología de la cultura pop creada en el siglo pasado por Gene Roddenberry.

Aún más que en la precuela anterior, Chris Pine se convierte en un exacto Capitán Kirk joven, mientras que el Spock de Zachary Quinto esta vez realmente convence en el papel que inmortalizó a Leonard Nimoy (que hace uno de sus típicos cameos). Lo mismo todos los actores que conforman una convincente tripulación juvenil del Enterprise. Eso sí, nadie que recuerde al antiguo iracundo Kahn a cargo de Montalban podria relacionarlo con el mucho menos carismático Benedict Cumberbatch. En cambi