Sr. Link

Crítica de Fernando Alvarez - Todo lo ve

Una muy bienvenida propuesta del estudio Laika, especializado en la técnica de "stop-motion" o "animación cuadro por cuadro" realizada con muñecos, y que deleitó con Coraline y la puerta secreta, Paranorman, Boxtrolls y Kubo, la búsqueda samurai.

Sr.Link se aleja de los mundos lúgubres y trae una aventura plena de colorido, humor y monstruos amigables. El arrogante explorador inglés Sir Lionel Frost -con voz de Hugh Jackman en la versión original- debe entregar ante la comunidad de científicos -a la que quiere pertenecer- pruebas de sus descubrimientos.

Desde su encuentro con el monstruo del Lago Ness, el aventurero emprende un viaje para demostrar la existencia de la criatura más legendaria del mundo: El Sasquatch, un simio gigante que habla y se siente solo. 

Frost recorre el mundo y contará con la ayuda de la enigmática aventurera Adelina -con voz de Zoe Saldana-, que tiene el mapa que lo conducirá hasta Sasquatch en el Himalaya. Una vez allí, lo reencontrará con sus primos lejanos en el valle de Shangri-La película es una travesía llena de obstáculos y peligros en medio de escenarios realistas. 

En ese sentido, el relato imprime un tono juguetón de western -con pelea de salón incluída-; un vertiginoso viaje en barco y referencias explícitas al universo de Julio Verne e Indiana Jones -con una lograda secuencia final en las alturas-. El aire inclusivo atraviesa la trama con comodidad, dejando en claro la inocencia de lo "amenazante" y "diferente", entre villanos y una civización perdida.

Deslumbrante desde lo técnico y con personajes estilizados, el filme incluye una pequeña sorpresa post créditos que muestra el rodaje artesanal del "stop-motion" combinado con los fondos generados por CGI, en un cóctel visual y homogéneo que se traduce a lo largo de todo el trabajo.

Si algo caracteriza a Sr. Link es el ingenio a lo largo de una historia que instala su atmósfera clásica y se pasea con elegancia por diversos escenarios. El guionista y director Chris Butler -también responsable de las recordadas criaturas de El cadáver de la novia- propone en su segundo largometraje un viaje con dos criaturas que no son tan distintas como parecen y buscan su sentido de pertenencia en un mundo que las rechaza. La búsqueda del eslabón perdido de la evolución humana sirve como excusa para demostrar que lo que se busca está frente a nuestras narices.