Spider-Man: Sin camino a casa

Crítica de Rodrigo Seijas - Funcinema

TODO SOBRE PETER PARKER

Más que una película dedicada a sacudir el entramado narrativo del Universo Cinemático de Marvel -que lo es- o el gran evento sobre el mundo que se ha configurado alrededor del superhéroe arácnido -que también lo es-, Spider-Man: sin camino a casa busca ser la película definitiva sobre Peter Parker, el rostro detrás de la máscara. De ahí que estemos ante un meta-film que ofrece una operación narrativa plagada de autoconsciencia sobre las temáticas y conflictos que han girado y giran alrededor de este superhéroe, pero con la suficiente humanidad para no caer en la canchereada o el cinismo, privilegiando las capas de sentido que atraviesan al protagonista por sobre los giros astutos.

Esta tercera entrega de la saga dirigida por Jon Watts arranca inmediatamente después de donde finalizaba Spider-Man: lejos de casa, luego de que Mysterio expusiera -con la inestimable ayuda del “periodista” J. Jonah Jameson (J.K. Simmons)- la identidad del hombre arácnido al mundo. La vida de Peter se altera por completo, pero también la de todos quienes lo rodean, a tal punto que ni él ni su novia MJ y su mejor amigo Ned pueden entrar a ninguna universidad por las repercusiones legales y mediáticas de esa revelación. Es entonces que, desesperado, Peter recurre al Doctor Strange, quien lanza un hechizo para que nadie (con algunas excepciones) sepa de su existencia. Obviamente, todo saldrá mal, muy mal, a tal punto que se abrirá una brecha espacio-temporal por donde ingresarán varios villanos de otras dimensiones, como el Doctor Octopus, Electro y el Duende Verde, amenazando con alterar por completo la realidad conocida.

Si esa carrera contra el tiempo que debe emprender Peter Parker/Spider-Man para lograr que todo vuelva a la normalidad es una gran excusa para dialogar con encarnaciones cinematográficas pasadas del superhéroe, invitando a una nostalgia que alimenta al Hombre Araña del presente, Spider-Man: sin camino a casa se las arregla -y muy bien- para no perder de vista el conflicto central del personaje. Y ese es lo que implica calzarse el traje de héroe para llevar a los hechos la mirada que se tiene sobre el mundo, pero también para hacerse cargo de las consecuencias de las acciones que se llevan a cabo. La famosa frase del tío Ben “un gran poder conlleva una gran responsabilidad” (que acá es pronunciada por otro personaje fundamental) se da la mano con el término “casa” -o más bien “hogar”- que aparece en los títulos de las tres películas protagonizadas por Holland: la ética y la moral constituyen la identidad de un individuo, y esos rasgos identitarios son el verdadero hogar de un sujeto como Peter, que deberá hacer todo lo posible para no perder el rumbo.

Ese rumbo será metafórico e interior, pero también literal y tangible, y cada paso que da el protagonista irá resaltando de forma creciente ese dilema para un joven que crece a los golpes. Y cuando decimos “a los golpes”, es en todo sentido: como nunca antes con el personaje, Spider-Man: sin camino a casa lleva a fondo la apuesta por el drama y la oscuridad, hasta bordear la tragedia. Si eso ya estaba presente en los films anteriores, acá hay una reflexión explícita sobre las huellas de dolor y pérdida que atraviesan a Peter Parker, un personaje que se ha convertido a lo largo de las décadas, a través de sus apariciones en los cómics, la televisión y el cine en un emblema de muchas cosas: el crecimiento, el aprendizaje, el romanticismo, la amistad, la soledad y un largo etcétera. De ahí que el film sea una enorme operación de autoconsciencia, pero que va mucho más allá de lo auto-celebratorio, por más que eso también esté incluido en su propuesta.

Si Watts consigue unir las piezas de forma fluida, consistente y dinámica, sin que la película se sienta estirada -a pesar de rozar las dos horas y media- o arbitraria -incluso cuando tiene algunos giros que rozan lo inverosímil-, no es solo por darle el lugar pertinente al humor en momentos puntuales o por preservar el lugar adecuado para cada personaje en un relato que posee un elenco multitudinario. También porque cuenta con un Holland que tiene una actuación consagratoria, aunque muy posiblemente sea ignorada a la hora de los premios. En la que posiblemente sea la película definitiva sobre Spider-Man (del mismo modo que Logan lo era con Wolverine y los X-Men), Holland nos regala pasos perfectos de comedia, pero también momentos definitivamente conmovedores, que lo muestran apropiándose por completo del personaje. Spider-Man: sin camino a casa es una película que vuelve a mostrar a Marvel en su mejor forma estética y narrativa, a la vez que vuelve a evidenciar la capacidad del estudio para elegir a los intérpretes perfectos.