Spider-Man: Sin camino a casa

Crítica de Jake Coyle - La Prensa

­­Las películas del Hombre Araña han llegado con tal agitación las últimas dos décadas, que casi se puede saber la hora por ellas. ¿Quién necesita los largos siglos del Jurásico, Triásico y Cretácico cuando, en el lapso de una sola generación puede tener la era de Tobey, la era de Garfield y el Tomozoico?­

La velocidad de regeneración constante (y contractual) de la franquicia ya se ha convertido en un chiste familiar. Pero en `Spider-Man: Sin camino a casa' las zonas horarias distintas, aunque abarrotadas, del Hombre Araña de Marvel se superponen y colisionan de maneras que a menudo son entretenidas y probablemente satisfactorias para los fanáticos, pero aún carecen de la sobredosis de estremecimiento que están diseñadas a proveer. Esto es como dos golpes de Spider-Man y un refuerzo, todo en uno.

En su retrospectiva y construcción de un supergrupo, `Sin camino a casa' es el propio `Endgame' de Spidey. Eso también significa que viene con muchos giros (que si uno no quiere que te echen a perder, debería parar de leer este artículo hasta que vea la película).

Las ingeniosas revelaciones y apariciones en este filme son una parte tan importante de su estructura que es difícil considerar el todo sin hacer referencia a algunas de ellas.­

­AIRE JUVENIL­

`Sin camino a casa', de Jon Watts, comienza como lo hicieron sus dos entregas anteriores (también dirigidas por Watts): con el aire desenfadado de la escuela secundaria que ha caracterizado el reinado de Tom Holland como Spider-Man. Ha sido un capítulo definido por el sano encanto de Holland, un Spidey bastante agradable, aunque algo convencional.

El estilo sincero y afable de Holland también ha aliviado la carga a veces pesada de las películas de Marvel, y sus cintas, en su mayoría muy buenas, han sido refrescantemente liberadas por el aparato interconectado y plomizo de la franquicia.­

Este opus comienza precisamente donde quedó `Lejos de casa', la película de 2019: afuera de Penn Station en Nueva York, donde Mysterio (Jake Gyllenhaal) reveló la identidad de Peter Parker justo antes de morir. La nueva notoriedad lleva helicópteros de la prensa a sobrevolar el departamento de Peter e interrumpe su relación previamente clandestina con su novia MJ (Zendaya) y su mejor amigo Ned (Jacob Batalon). Están a punto de ingresar a MIT (Paula Newsome es especialmente buena como oficial de admisiones universitarias), pero Mysterio ha convertido a Peter en una figura divisiva. Nuestra estadía en la Midtown High School, donde Peter es acosado, es breve, demasiado breve, considerando que el personal docente incluye a JB Smoove, Hannibal Buress y Martin Starr.­

Queriendo recuperar su antiguo anonimato, Peter recurre al Doctor Strange (), quien invoca un hechizo de amnesia que sale mal. En lugar de borrar la memoria de aquellos que conocen el secreto de Spider-Man, evoca a los villanos de su pasado abriendo portales entre universos, que en este caso también significa entre películas. Electro, Green Goblin (Willem Dafoe), Doctor Octopus (Alfred Molina), Sandman (Thomas Haden Church) y Lizard (Rhys Ifans) caen como viajeros aturdidos que tomaron un camino equivocado en Albuquerque.

­BAÑO DE NOSTALGIA­

Al abrir caminos de conexión entre las películas de Spider-Man, `Sin camino a casa' une un universo ficticio muy rehecho con un nuevo espíritu de cohesión y un cálido baño de nostalgia y un gesto hacia los fans. Si estamos pasando de una película a otra, es tentador querer que algunos de los portales conduzcan a otras cintas, como al personaje de Cumberbatch en `El poder del perro' o al de Andrew Garfield en `Tick, Tick ... Boom!' O mejor aún, al loco de Dafoe en `El faro'.­

En realidad, fue `Spider-Man: Un nuevo universo', producida por Chris Miller y Phil Lord, la que abrió esta puerta al jugar metafísicamente con el Hombre Araña. La nueva cinta adopta algo de esa energía cómica, pero no tiene la misma desinhibición libre e ingeniosa. Si `Spider-Verse' trataba de cómo cualquiera puede ser Spider-Man, `Sin camino a casa' es un compendio de Spider-Man más autorizado; su tono es más operístico que clásico. Aún así, Watts tiene un toque humano que puede faltar en las películas de superhéroes, y casi todos los actores que aparecen en este trabajo se presentan como individuos a pesar de la narrativa altamente conceptual.­