Spider-Man: Sin camino a casa

Crítica de Ignacio Dunand - El Destape

La espera valió la pena

La tercera entrega de aventuras del arácnido interpretado por Tom Holland marca otro hitazo indiscutido para la factoría Marvel y ofrece un drama competente estallado de esperados cameos, sorpresas y giros de guión (crítica sin spoilers)

Aclaración introductoria: basta leer el variopinto surtido actoral de Spider-Man: sin camino a casa para "comerse" algún spoiler inesperado. Por eso, y por empatía al lector, este crítico omitirá en la calificación final el apartado "elenco" y procederá a analizar el nuevo largometraje dirigido por Jon Watts en base a lo que se mostró en el trailer, sin spoilers sustanciales que perjudiquen la experiencia cinéfila.

La pandemia sembró excitación inaguantable en los "marvelitas" que más sufrieron el retraso de Spider-Man: sin camino a casa, pero la espera valió la pena. Con dirección de Jon Watts la tercera entrega del arácnido, protagonizada por el joven Tom Holland, es uno de los tanques más espectaculares, graciosos y sensibles del año, y uno de los trabajos más sólidos de Marvel, superando incluso a Avengers: Endgame. No pierda la oportunidad de pasar por esta experiencia en un cine.

Tal como se pudo ver en los trailers, Spider-Man: sin camino a casa arranca inmediatamente después del final de Lejos de casa (2019), luego de que Mysterio (Jake Gyllenhaal) revelase que Peter Parker es el Hombre Araña. La crisis del protagonista da pie a un encuentro con el poderoso hechicero Doctor Strange (Benedict Cumberbatch), a quien acude en busca de ayuda. "Esa ayuda" desencadena una problemática apertura de multiversos que atraen a icónicos villanos de todas las cintas de Spider-Man: el Duende Verde (Wllem Dafoe), el Doctor Octopus (Alfred Molina), Electro (Jamie Foxx), Lizard (Rhys Ifans) y El hombre de arena (Thomas Haden Church) aparecen para sembrar el caos en Nueva York.

Esta base servirá para desarrollar una trama profunda donde la moral y las segundas oportunidades ocupan un lugar importantísimo. A su vez, Peter Parker emprende el camino hacía la adultez, experimentando las frustraciones que puede deparar la vida y que aparecen de forma inesperada. En materia de proezas técnicas, Sin camino a casa tiene un logrado empleo del CGI en las secuencias de acción, no así en los procesos de rejuvenecimiento digital de Molina y Dafoe, maestros del oficio que arrancan más de un grito entre las butacas llenas de fanáticos enardecidos.

Spider-Man: sin camino a casa es la más intrigante de las películas de Holland, divierte y es excesivamente cursi pero muy tierna. Jon Watts tira la casa por la ventana y no se priva de nada. Pero lo más importante, y lo que la diferencia de cualquier otra obra de Marvel, es la sinceridad desde la que está elaborada. El componente emotivo no falla, es la tecla clave para mover las fibras sensibles y enaltecer todo el universo del súper héroe (desde Sam Raimi hasta acá) y recordarnos hasta el cansancio que "un gran poder, acarrea siempre una gran responsabilidad".