Spider-Man: lejos de casa

Crítica de Isabel Croce - La Prensa

Peter Parker (Spider-Man) se siente un poco solo luego de la desaparición de su mentor, Tony Stark. Por eso rehúsa los mensajes (Fury y algún otro) y se va de vacaciones con el curso. Pero ahora el adolescente le revela a Ted, su amigo, que gusta de Michelle, su compañera de clase. La primera escala del viaje es Venecia, donde compra un regalo para la chica con el deseo de deslumbrarla en la torre Eiffel.

Ya en estas primeras escenas, el cambio de tono de "Spider-Man. Lejos de casa" es evidente. Se deja de lado toda nostalgia y melancolía, y se entra de cabeza en una comedia pochoclera de buen nivel, con recorrido de países a lo James Bond, un romance adolescente de fondo y todos los obstáculos que desafían a un superhéroe.

Así, Venecia no sólo será canales y palacios; también la brutal aparición del nuevo peligro, uno de los Elementales, esos que representan uno de los cuatro elementos y contra el que lucha el chico Parker, siempre escondido bajo la identidad de Spider-Man. Entre lengüetazos de fuego y bocanadas de humo, mientras caen torres y el agua se tiñe de rojo, conocerá a Quentin Beck (Jack Gyllenhaal), con el que se engaña considerándolo un buen amigo. Claro, no leyó las historietas del "Hombre Araña" de Stan Lee y Steve Ditko, donde Beck es Mysterio, el supervillano.

"Spider-Man. Lejos de casa" encuentra con el director Jon Watts el tono justo de la saga Marvel, la espectacularidad en paisajes y contiendas, y el humor presente en la historia humana de un chico común al que el azar dotó de superpoderes. Como él mismo dice, "sólo un adolescente de Queens" con todo lo que significa habitar el condado étnicamente más diverso del mundo y más habitado de Nueva York.

ENAMORADO
La nueva película del Hombre Araña deslumbra por sus efectos especiales, por su ritmo imparable y por ese continuo desborde que hace que los chicos de escuela en viaje de vacaciones conviertan el lugar al que llegan, Venecia, Praga, Berlín, Holanda o Inglaterra, en un campo de batalla. Allí Peter Parker arma sus telas y se desliza entre ellas enfrentado a los milenarios Elementales que desafían al mundo, en una manifestación constante de su condición de héroe. Unos minutos y el temerario se convierte en un tímido estudiante deslumbrado por la morena Zendaya, la chica que espera la dalia negra como regalo imposible de un amor futuro.

Huídas vertiginosas, ciudades que vuelan en pedazos, bromas divertidas y actores que se pasan, como Gyllenhaal en el supervillano Mysterio, exigiendo más papel a gritos; el simpático Jacob Batalon como el amigo del alma; Zendaya, la noviecita en potencia y, por supuesto, el intérprete ideal de Spider-Man, Tom Holland, con toda la ingenuidad que requería el Peter Parker de la tía May (la divertida Marisa Tomei).
Advertencia; no perderse los dos pos-créditos que revelan intimidades del próximo capítulo de la saga y de la verdadera identidad de personajes a los que seguimos en la historia. Sorpresa y un festín de fakes news.